ÓRDENES FEMENINAS
ÍNDICE
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ADORATRICES PERPETUAS DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
AGUSTINAS CANÓNIGAS DE SANTA DOROTEA
AGUSTINAS
AGUSTINAS RECOLETAS
AGUSTINAS DESCALZAS
BENEDICTINAS
BRÍGIDAS
CANONESAS PREMOSTATENSES
CARMELITAS
CARMELITAS DE LA ANTIGUA OBSERVANCIA
CARMELITAS DESCALZAS
CARMELITAS SAMARITANAS DEL CORAZÓN DE JESÚS
CARTUJAS
CISTERCIENSES DE LA ESTRICTA OBSERVANCIA (TRAPENSES)
CISTERCIENSES – CONGREGACIÓN DE SAN BERNARDO (BERNARDAS)
CLARISAS – ORDEN SANTA CLARA
CLARISAS CAPUCHINAS
CONCEPCIONISTAS FRANCISCANAS
DOMINICAS CONTEMPLATIVAS
ESCLAVAS DEL SANTÍSIMO Y DE LA INMACULADA
FRANCISCANAS DE LA TERCERA ORDEN
HERMANAS DE BELÉN
IESU COMMUNIO
JERÓNIMAS
MERCEDARIAS CONTEMPLATIVAS
MERCEDARIAS DESCALZAS
MÍNIMAS DE SAN FRANCISCO DE PAULA
OASIS DE JESÚS SACERDOTE
OBLATAS DE CRISTO SACERDOTE
PASIONISTAS
REDENTORISTAS
SALESAS – ORDEN DE LA VISITACIÓN DE SANTA MARÍA
SERVIDORAS DEL SEÑOR Y DE LA VIRGEN DE MATARÁ
SIERVAS DE MARÍA – SERVITAS
TRINITARIAS
ADORATRICES PERPETUAS DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento son un Instituto Religioso contemplativo de Derecho Pontificio, fundado por la Beata María Magdalena de la Encarnación en 1807 en Roma (Italia).
HISTORIA
Catalina Sordini, Madre Fundadora, nació el 16 de Abril del año 1770 en Puerto San Esteban en la Toscana, provincia de Grosseto (Italia), y fue bautizada al día siguiente.
Catalina era la cuarta de nueve hijos de una familia rica y profundamente cristiana.
A los dieciséis años, su padre la prometió en matrimonio a un joven propietario de un barco. Pero ocurrió que este joven, antes de la boda, tuvo que realizar un largo viaje de varios meses. Durante esta ausencia, y a consecuencia de un ingenuo acto de vanidad, Catalina tuvo la visión de Jesús Crucificado y sufriente que la llamó a convertirse y abrazar la vida religiosa.
El año 1788 ingresó en el monasterio de las Terciarias Franciscanas de Ischia di Castro. El 26 de octubre de 1788 recibió el hábito religioso y tomó el nombre de sor María Magdalena de la Encarnación.
Durante el año de Noviciado, el jueves 19 de febrero de 1789, recibió de Dios la inspiración de dar vida, a su debido tiempo, a una Orden monástica dedicada a la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento.
En esa época encontró como director espiritual y guía al sacerdote Don Juan Antonio Baldeschi, que le apoyó en todo y luego fue un valioso colaborador de la nueva Fundación.
En 1802, a los treinta y dos años, la Madre María Magdalena fue elegida abadesa del monasterio de Ischia di Castro.
La Madre, debido a su unión con Dios y a su sabiduría espiritual, era considerada una “monja santa” y eran muchos los que se acercaban al monasterio para pedirle consejos y oraciones, dejando cuantiosas limosnas para obras de caridad.
En 1807, contando con la ayuda financiera del Marqués Negrete, y con el permiso del Papa Pío VII, la Madre María Magdalena marchó a Roma con dos Hermanas Franciscanas y un pequeño grupo de jóvenes, para emprender la nueva Fundación. También les acompañó el Padre Baldeschi.
Pero el 2 de febrero de 1808 los franceses ocuparon Roma, y el 10 de junio de 1809 la ciudad fue declarada “legalmente” ciudad francesa. El 6 de julio de ese mismo año, el Papa Pío VII fue deportado y los religiosos que no eran de origen romano fueron exiliados.
El 7 de mayo de 1811 la policía se presentó en el monasterio de San Joaquín y Santa Ana. El Padre Baldeschi fue arrestado y la Madre María Magdalena fue exiliada, primero a Porto Santo Stefano y más tarde a Florencia.
Pero María Magdalena perseveró en la oración pidiendo a Dios poder regresar a Roma. Por fin, en febrero de 1814 se promulgó un decreto que permitía a los religiosos volver a Roma. La Madre se puso en camino y el 19 de marzo volvió de nuevo a la Ciudad Eterna acompañada de diez jóvenes florentinas con las cuales daría inicio a la Fundación. El 13 de julio de 1814, en el monasterio de San Joaquín y Santa Ana y contando con el apoyo del Santo Padre se restableció la exposición del Santísimo Sacramento.
Finalmente el 10 de mayo de 1818 la Santa Sede aprobó la nueva Orden de la Adoración Perpetua, las Reglas y las Constituciones.
Por fin, el proyecto divino que la Madre María Magdalena llevaba adelante encontraba su feliz realización, después de innumerables pruebas y sacrificios.
La Fundación ya estaba consolida, pero la salud de la Madre era precaria y el 29 de noviembre de 1824 “al caer las hojas”, como ella predijo, entregó su alma a Dios para proseguir en el cielo la adoración que había comenzado aquí en la tierra.
CARISMA
El Instituto tiene por carisma reparar las ofensas, ingratitudes y sacrilegios que recibe Jesús en el Santísimo Sacramento, así como interceder, con la ininterrumpida adoración y alabanza, por la Iglesia y toda la humanidad.
La vida monástica de las Adoratrices integra ocho elementos: silencio, soledad, oración, penitencia, liturgia, lectio divina, ascesis y trabajo.
Su primer y fundamental apostolado, su modo típico y característico de ser Iglesia, de vivir en la Iglesia, de realizar la comunión con la Iglesia y de cumplir una misión en la Iglesia, es orar por las necesidades de la Iglesia Universal y del mundo, especialmente por la santidad de los sacerdotes.
Están presentes en Italia, España (3 monasterios: Barcelona, Berga, Vic), Austria, Kenia, Chile, México y Estados Unidos. Son cerca de mil monjas, repartidas en 70 monasterios.
PARA SABER MÁS
http://divinavocacion.blogspot.com/2008/05/43-adoratrices-perpetuas-del-santsimo.html
AGUSTINAS CANÓNIGAS DE SANTA DOROTEA
NACIMIENTO DE LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN
El nacimiento de la Orden de San Agustín se remonta al año 1243, año en el que el papa Inocencio IV crea una nueva Orden Mendicante, que sería la tercera después de los franciscanos y dominicos, para profesar “la regla y el género de vida del bienaventurado Agustín”.
Como las demás órdenes mendicantes, tiene una rama masculina (frailes agustinos) y otra femenina (las hermanas o sorelas agustinas). A éstas se las ha denominado Segunda Orden Agustina, si bien en la actualidad son conocidas como Agustinas de Vida Contemplativa.
Las hermanas agustinas buscaron un equilibrio entre la vida activa y la contemplativa, oración, ayudar al prójimo y anunciar la buena nueva de Dios. En muchos conventos se acogió a enfermos, jóvenes aspirantes y peregrinos.
CAMBIOS INTRODUCIDOS EN EL CONCILIO DE TRENTO Y EN EL CONCILIO VATICANO II
El Concilio de Trento impuso una clausura estricta para todos los monasterios de religiosas, por lo que las agustinas abandonaron la poca vida activa que tenían para dedicarse totalmente a la contemplación, dejando así para los frailes la tarea de un apostolado más intenso.
En cambio el Concilio Vaticano II permitió a las órdenes mendicantes femeninas desarrollar un apostolado, posibilitando incluso la salida del monasterio para poder realizar dicha labor.
1. ORGANIZACIÓN INTERNA
Tienen una madre Priora, llamada también en algunos casos Abadesa, y están bajo la obediencia del padre General de la Orden de los Agustinos.
2. RELIGIOSAS MONIALES VS RELIGIOSAS CANONESAS
En el siglo VIII ya se distinguía claramente entre religiosas “moniales” (monjas) en un sentido de mayor aislamiento y clausura, con una Regla como la de San Benito, y “canonesas” dedicadas al servicio litúrgico y eclesial.
Durante la Edad Media estas comunidades femeninas tuvieron un intenso desarrollo y florecimiento. Al igual que los clérigos de vida común (Canónigos Regulares) adoptaron la Regla de San Agustín y, a partir del Sínodo Romano de Letrán en 1059, bajo el Pontificado de Nicolás II, la antigua Orden Canonical se revitalizó bajo la creciente influencia de la Regla Agustiniana, haciéndolo también las comunidades femeninas, apareciendo, así, las Agustinas Canónigas.
3. IDEARIO
El ideario de las Canonesas o Agustinas Canónigas se expresa a través de cuatro aspectos básicos:
– La oración.
– La actividad litúrgica.
– La fraternidad, aspecto muy destacado en la Regla de San Agustín que manifiesta el amor mutuo, el espíritu eclesial y la diocesaneidad, al punto de que la vida de las Agustinas Canónigas está muy enraizada en la Iglesia local, porque nacieron para el servicio de las Iglesias particulares.
– La santificación, centrada en la labor apostólica, misionera evangelizadora de la Iglesia.
4. HÁBITO
Tienen una madre Priora, llamada también en algunos casos Abadesa, y están bajo la obediencia del padre General de la Orden de los Agustinos.
PARA SABER MÁS
AGUSTINAS
1. FUNDACIÓN
La orden fue fundada en el año 1244 / 1591 ¿??
AGUSTINAS RECOLETAS
El origen de la recolección agustiniana es idéntico al de la masculina. El mismo capítulo de Toledo de los agustinos mandó destinar tres o más monasterios para monjas que desearan abrazar una vida más austera.
En cumplimiento de esta orden, el 24 de diciembre de 1589 se abría en Madrid el primero de ellos y se imponía el hábito a las primeras candidatas.
En 1594 fundaron el segundo convento en Salamanca sería la madre Mariana de San José quien en 1603, en estrecha colaboración con el padre Agustín Antolínez, catedrático de Salamanca, organizaría en Eibar el tercer convento y daría reglas más completas y acordes con la espiritualidad del momento.
Esas constituciones, aprobadas por Pablo V en 1616, proponían un programa religioso que en nada difería del delineado en la Forma de Vivir de los frailes.
Ambos textos coinciden en el vigor de su tensión religiosa, en su entonación comunitaria y en sus exigencias ascéticas.
Con ellas en la mano y en el corazón, la madre Mariana pudo iniciar el despliegue que en pocos años condujo a las recoletas a las principales ciudades de España y a algunas extranjeras: Lisboa, Galway (Irlanda), México, Oaxaca, Guadalajara y Lima.
A finales del siglo XVII contaba con 37 monasterios y actualmente son unas 550 monjas distribuidas en 45 monasterios de España (32), México (11), Estados Unidos (1) y Filipinas (1).
En todos ellos han vivido siempre almas selectas que han mantenido muy alto el nivel religioso de la comunidad y han contribuido a formar órdenes (mercedarias descalzas, brígidas recoletas, trinitarias josefinas).
Cabe recordar a Antonia de Jesús (1612-96), fundadora de los conventos de Granada, Chiclana y Medina Sidonia; a Isabel de la Madre de Dios (1614-87), fundadora de los de Serradilla y Calzada; a Guadalupe Vadillo (1874-1967), misionera en China y cabeza de las Misioneras Agustinas Recoletas; y a Mónica de Jesús (1889-1964), una humilde lega, cuyas virtudes heroicas ya han sido solemnemente reconocidas por la Iglesia (1992).
PARA SABER MÁS
Quiénes somos
AGUSTINAS DESCALZAS
La Orden de las Agustinas Descalzas tuvo su origen en las ansias de San Juan de Ribera (1532-1611), Arzobispo de Valencia, por reformar la vida monástica femenina y conducirla a su pureza y perfección evangélicas.
Entusiasmado por la Reforma llevada a cabo por Santa Teresa de Jesús, puso todo su empeño en que la Santa fundase en la Archidiócesis valenciana. Dicha fundación no pudo llevarse adelante pero el santo obispo no cesó en su empeño.
En 1597 daba la aprobación para la fundación de un monasterio de monjas en la localidad de Alcoy. A dichas monjas les dio por Regla la de San Agustín y por Constituciones las de las Carmelitas Descalzas redactadas por Santa Teresa de Jesús, incluyendo algunas modificaciones. El hábito es así mismo idéntico al de las Carmelitas Descalzas aunque de color negro según la tradición agustiniana.
Las monjas Agustinas Descalzas son de estricta clausura papal, tienen dos horas diarias de oración mental, en sus conventos el reina aire de familia y la sencillez de la vida teresiana y tienen recreaciones en las que realizan labores.
La austeridad de sus conventos y el número reducido de monjas (hasta 21) también es característica de esta descalcez agustianiana – teresiana.
Las Agustinas Descalzas se caracterizan por su intensa devoción eucarística y pos su espíritu de reparación. Diariamente adoran el Santísimo Sacramento expuesto en sus iglesias conventuales.
En contraste con las Carmelitas Descalzas, las Agustinas Descalzas, por deseo expreso de San Juan de Ribera, siempre estuvieron sujetas a la jurisdicción del obispo diocesano.
En las dos primeras fundaciones (Alcoy y Denia) estuvo muy presente la colaboración del P. Jerónimo de la Madre de Dios (Gracián), hijo predilecto de la Santa de Ávila.
En su momento de máximo apogeo la Orden llegó a contar con 10 monasterios pero la desamortización de Mendizábal y la Guerra Civil de 1936 supusieron la pérdida de varios monasterios. Terminada la Guerra, con mucho sacrificio y en extrema pobreza, la Orden comenzó su proceso de restauración.
Tras la Sponsa Christi de Pío XII la Orden se federó en 1957 y obtuvo la atención espiritual de los frailes Agustinos Recoletos.
Tras el Concilio Vaticano II y la subsiguiente crisis de vocaciones, las Agustinas Descalzas han ido cerrando comunidades. Las últimas en cerrar la Ollería en 2009 (Valencia) y Alcoy en 2013 (Alicante), donde en un gesto de generosidad y solidaridad eclesial cedieron sus monasterios a las Siervas del Señor y de la Virgen de Matará y a las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo, respectivamente.
PARA SABER MÁS
http://divinavocacion.blogspot.com/2011/08/250-agustinas-descalzas.html/
BENEDICTINAS
MONJAS DE LA ORDEN DE SAN BENITO
Las Monjas de la Orden de San Benito son una orden religiosa católica femenina de vida monástica y de derecho pontificio.
Forman parte de la Orden de San Benito pero sus monasterios son autónomos.
Consideran a Benito de Nursia como a su fundador y sus orígenes se remontan a la fundación del monasterio de Montecasino (Italia), hacia el siglo VI.
A las religiosas de este instituto se les conoce como monjas benedictinas y posponen a sus nombres las siglas O.S.B.
HISTORIA
Benito de Nursia, según cuenta Gregorio Magno, fundó cerca de Montecasino a inicios del siglo VI, un monasterio para su hermana Escolástica, la razón por la cual las benedictinas consideran a Benito de Nursia su fundador, pero a Escolástica se le reserva el título de patrona.
No se sabe con certeza si los monasterios femeninos de Occidente, especialmente los ingleses, siguieron la Regla de San Benito, pero el papa Bonifacio, con la reforma del año 492, insistió en que todos los monasterios femeninos adoptaran dicha regla.
Estas leyes no recibieron la acogida inmediata, puesto que los monasterios alemanes e ingleses eran más un tipo de colegiata de canonesas que verdaderas monjas benedictinas.
Se ha llegado a afirmar, que antes del siglo XII, solo el monasterio de Santa María de Gandersheim en la Baja Sajonia, puede ser considerado el único monasterio verdaderamente benedictino de toda Alemania. Las otras colegiatas adoptaron la vida regular a partir de ese mismo siglo.
A diferencia de los monasterios masculinos, con un sistema de congregación, los femeninos estaban, habitualmente, bajo la dirección espiritual de una abadía masculina, o sometidos a la jurisdicción del obispo de la diócesis; casos como el de San Pedro de las Puellas, directamente dependiente de la jurisdicción pontificia, eran excepcionales.
Las monjas benedictinas no seguían, hasta mediados del siglo XVI, una clausura estricta: eran libres para salir del monasterio cuando tenían que hacer alguna misión en particular. Esta libertad de movimiento provocó algunos escándalos.
En los concilios de Constanza (1414), Basilea (1431) y Trento (1545) se reguló que, como las otras órdenes contemplativas, también las benedictinas observaran una clausura estricta.
La reforma protestante hizo que buena parte de los monasterios de la orden desaparecieran de Inglaterra y otras partes de la Europa central y septentrional.
En la Francia de los siglos XVII y XVIII se vivió un reflorecimiento de las fundaciones benedictinas femeninas, que incorporaban nuevas reformas en la vida conventual y en la observancia de la regla, como Montmartre, Beauvais, Valle del Grâce y Douai, o las Benedictinas de la Adoración Perpetua, fundadas en París en 1654. Sin embargo, la Revolución francesa acabó con estos monasterios, hasta que, solo algunos de ellos, se volvieron a abrir durante el siglo XIX.
El 12 de julio de 1823, el papa León XIII creó la Confederación Benedictina, a la cual pertenecen muchas de las congregaciones de monjas benedictinas.
ORGANIZACIÓN
Las Monjas de la Orden de San Benito se organizan en monasterios autónomos con características propias, dirigidos por una abadesa elegida por las monjas de cada comunidad.
Los monasterios son agrupados en federaciones, que a su vez pueden formar parte de la Confederación Benedictina.
Existen por lo menos cuatro formas de clasificar los monasterios benedictinos femeninos:
1. Monasterios incorporados o unidos a las respectivas congregaciones masculinas, tales como las congregaciones: inglesa, brasileña, de Solesmes, Olivetana, beuronese, sublabence, vallombrosiana, camalduense, holandesa, de la Anunciación y de Vita et Pax.
2. Congregaciones autónomas (es decir, sin referencia a una rama masculina) de monjas benedictinas: Congregación de Nuestra Señora del Monte Calvario, Benedictinas de la Adoración Perpetua (formada por seis federaciones), Monjas de la Inmaculada Concepción de Polonia, Congregación del Rey Eucarístico y las Benedictinas celestinas.
3. Federaciones y uniones de monasterios: en Francia, Monjas del Purísimo Corazón de María; en Alemania, Unión de Monjas de Baviera, En Italia, Federación de Italia
Norte, Federación del Piceno, Federación Toscana y Federación de Umbria; y en España, las Federaciones castellana, catalana, gallega y Pirinea.
4. Monasterios de benedictinas que no tienen ninguna vinculación jurídica entre ellos, algunos de derecho diocesano y otros de derecho pontificio.
Las benedictinas son monjas, religiosas claustrales que observan la Regla de San Benito.
Además de la celebración del oficio divino, se dedican a trabajos manuales e intelectuales, como la educación, el cuidado de enfermos, tareas agrícolas, restauración de objetos y encuadernación de libros, organización de retiros espirituales, etc.
Como en el caso de la rama masculina, el lema es Ora et labora, «Ora y trabaja».
Existen en todo el mundo unas diez mil monjas que viven según la Regla de san Benito, pero no todas forman una única orden religiosa, estas se dividen en distintas congregaciones u órdenes, independientes o dependientes de las respectivas ramas masculinas de la Orden de San Benito.
PARA SABER MÁS
BRíGIDAS
ORDEN DEL SANTÍSIMO SALVADOR DE SANTA BRÍGIDA
HISTORIA
Según la tradición, en 1346 Santa Brígida recibió la inspiración de fundar una nueva Orden religiosa.
Durante ese año le fue revelada la Santa Regla (Regula Salvatoris) que debía regir la vida en el monasterio y que tenía la particularidad de ser mixto: Santa Brígida fue la primera fundadora de una orden monástica mixta, esto es, formada por hombres y mujeres que habitaban en un mismo monasterio con sus clausuras respectivas.
El primero de estos “monasterios dobles” fue Vadstena que es la Casa Madre y Protomonasterio de la Orden del Santísimo Salvador.
El lugar destinado para la fundación fue un castillo real donado para tal efecto por el rey de Suecia Magnus Eriksson II.
En 1367, Santa Brígida (que reside en Roma desde el otoño de 1349) obtiene la aprobación de Urbano V para la fundación del monasterio.
En 1370 el mismo Papa con la Bula Hiis quae divini hace saber a tres obispos suecos que concede el permiso para la fundación en Vadstena de dos monasterios independientes de monjas y frailes bajo la Regla de San Agustín, complementada con el texto de la Regula Salvatoris.
A raíz de la bendición pontificia, entre 1369 y 1374 comenzaron las obras para la construcción del monasterio en Vadstena pero santa Brígida fallece en Roma el 23 de julio de 1373 sin llegar a poder ver la fundación del monasterio ni poder ingresar en la nueva Orden.
Es entonces cuando su hija Santa Catalina de Suecia toma las riendas del proyecto. Regresa a Suecia con los restos mortales de su madre en el invierno de 1374-1375, y cuando llega a Vadstena se encuentra unos cuantos novicios que tienen por superior un agustino y consigue reunir unas cuantas mujeres interesadas en el proyecto y en 1375 es elegida abadesa.
En 1377 Gregorio XI permite las primeras profesiones de monjas y monjes. Urbano VI con la Bula Hiis quae pro divini (3 de diciembre de 1378) confirma para la Abadía de Vadstena la profesión de la Regla de San Agustín complementada con un texto reelaborado de la Regula Salvatoris.
LA ORDEN DEL SANTÍSIMO SALVADOR EN ESPAÑA: LA RECOLECCIÓN BRIGIDINA
Santa Brígida y su esposo Ulf peregrinaron a pie a Santiago de Compostela en un viaje que duró dos años entre 1341 y 1343, pero no fue hasta el siglo XVI cuando se fundó el primer monasterio de la Orden del Santísimo Salvador probablemente porque se veía imposible la fundación de un “monasterio doble” en el contexto espiritual y religioso español de la época.
Fue la Venerable Marina de Escobar (1554-1633) quien recibió en su lecho de enferma crónica la inspiración de instaurar la Orden del Santísimo Salvador en España. Obtuvo la licencia para ello y consiguió de Urbano VIII la confirmación de las Constituciones en 1628. Sin embargo, falleció en 1633 sin ver iniciado el proyecto.
Fue entonces cuando la Sierva de Dios Madre Mariana de San José (1568-1638), fundadora de las Agustinas Recoletas, amiga íntima y pariente de la Venerable Marina, se sintió en la obligación de llevar a cabo la empresa inconclusa. Así, con cuatro monjas Agustinas Recoletas, lideradas por la Madre Inés de la Asunción, se fundó el primer monasterio de la Orden del Santísimo Salvador en Valladolid en 1637.
La Venerable Marina de Escobar sometió a modificación algunos capítulos de la Regula Salvatoris de Santa Brígida para adaptar la fundación al contexto español; enfatizó la vida de oración, recogimiento, penitencia y austeridad en el espíritu del movimiento de Recolección, llamándose Orden de Monjas Recoletas del Santísimo Salvador o Brígidas Recoletas.
Esta nueva rama recoleta se instituyó exclusivamente para mujeres, por lo que no siguió la tradición de la Orden desde sus orígenes de erigir monasterios dobles.
La Recolección Brigidina fundó 5 monasterios en España: Valladolid (1637), Vitoria (1653 – cerrado en 2007), Lasarte (1671), Paredes de Nava (1671) y Azkoitia (1691). El monasterio de Valladolid fundó en la Ciudad de México (1743), y en este país se llegaron a fundar otros tres monasterios: Puebla de los Ángeles (1907), Tecate (1975) y Tijuana (1988). Desde México también se fundó monasterio en Venezuela, en Puerto Ordaz (1999), y en Colombia, en Caldas (2017).
ESTILO DE VIDA
Las monjas Brígidas constituyen el auténtico y verdadero corazón de la Orden del Santísimo Salvador, pues ellas siguen perpetuando y encarnando el carisma y el espíritu que el Señor suscitó en Santa Brígida: la vida estrictamente contemplativa en el claustro.
Las monjas Brígidas ofrecen sus vidas al Salvador en verdadera humildad, pura castidad y pobreza voluntaria. La meditación de la Pasión de Jesús y la devoción filial e imitación de la Santísima Virgen María constituyen los pilares en los que se asienta la vida de la monja Brígida. Las alabanzas al Salvador (Oficio Divino solemne) y a la Madre de Dios son la principal tarea a la que entregan sus vidas en el recogimiento claustral. Mas cuando no están ocupadas en los oficios sacros o en el estudio o la lectura espiritual, deben trabajar con sus manos para sustentarse y cubrir los gastos de la comunidad.
El silencio debe reinar en el monasterio, reservándose dos tiempos de alegre recreación después de la comida y después de la cena. Los ayunos, mortificaciones y penitencias según mande la Santa Madre Iglesia, con todo, deben ser efectuados con sabiduría, prudencia y moderación, de manera que el cuerpo esté dispuesto siempre para atender a los oficios corporales con fervor y puedan vivir entre los trabajos del monasterio con sana alegría. Con permiso de la Madre Abadesa cada monja tiene lo necesario para su uso personal, con sencillez de espíritu, mortificación y austeridad.
PARA SABER MÁS
Historia de la Orden
Más información de la Orden
CANONESAS PREMOSTATENSES
HISTORIA
Tras fundar a los Canónigos Premonstratenses en 1120, Norberto de Xanten decidió reunir a sus discípulas en el monasterio de Laon, dando inicio a la rama femenina de la Orden.
La primera monja de la Orden, según la tradición, fue Ricuera de Clastres, considerada por las canonesas como la cofundadora de la misma.
Aunque a los inicios los primeros monasterios de la Orden eran mixtos, es decir, compuestos por hombres y mujeres, estas vivían al interno del monasterio en un lugar reservado sujetas a la autoridad del abad, pero solo hasta la redacción de los primeros estatutos de las monjas, de manos de Hugo de Fosses, primer sucesor del fundador de la Orden, en 1131.
En el capítulo general de 1140, todavía bajo el gobierno de Hugo de Fosses, se decretó la separación de los monasterios mixtos y se redactó la regla de vida de las monjas, las cuales fueron aprobadas en 1147 por el papa Inocencio IV. Aun así, la Orden continuó siendo una sola hasta mediados del siglo XX.
En 1945 se re-elaboraron las Constituciones de las monjas y la Orden se dividió en dos institutos distintos, la rama femenina y la rama masculina.
ORGANIZACIÓN
La Orden de Monjas Premonstratenses, más conocidas como Canonesas Premostratenses, son una orden religiosa católica femenina monacal de derecho pontificio, que tienen su origen paralelamente a la Orden de Canónigos fundados por Norberto de Xanten en el siglo XII.
A las monjas de este instituto religioso se les conoce como monjas o canonesas premonstratenses o norbertinas y posponen a sus nombres las siglas O. Praem.
Las Canonesas Premonstratenses constituyen una orden religiosa de monasterios sui iuris, es decir, que aun formando un único instituto religioso, cada monasterio es independiente y se rige por su abadesa.
En ellos se vive la clausura para propiciar el espacio adecuado para llevar a cabo su vida contemplativa.
Las monjas a parte del cuidado del culto litúrgico, se dedican al estudio personal y al trabajo manual.
El hábito consiste en una túnica y escapulario blanco, con cinturón negro y velo negro.
En 2015, la Orden contaba con unas 80 canonesas en monasterios de Bélgica, España, Francia y Polonia.
PARA SABER MÁS
http://www.mercaba.org/Rialp/P/premonstratenses.htm
CARMELITAS
HISTORIA
La Orden de los Carmelitas tiene sus orígenes en el Monte Carmelo, en Palestina, donde, como recuerda el II Libro de los Reyes, el gran Profeta Elías luchó en defensa de la pureza de la fe en el Dios de Israel, venciendo en la lid con los sacerdotes de Baal y donde el mismo Profeta, orando en la soledad, vio aparecer una nubecilla portadora de benéfica lluvia después de la sequía.
Desde siempre este monte ha sido considerado el jardín floreciente de Palestina y símbolo de fertilidad y belleza. “Karmel” de hecho significa “jardín”.
En el siglo XII (quizás después de la tercera cruzada, 1189-1191) algunos penitentes-peregrinos, provenientes de Europa, se establecieron junto a la “fuente de Elías”, en una de las estrechas vaguadas del Monte Carmelo, para vivir en forma eremítica y en la imitación del Profeta Elías su vida cristiana en la misma tierra del Señor Jesucristo.
Tanto entonces como después los Carmelitas no reconocieron a ninguno en particular con el título de fundador, permaneciendo fieles al modelo Elías ligado al Carmelo por episodios bíblicos y por la tradición patrística greco-latina, que veía en el Profeta uno de los fundadores de la vida monástica.
Habiendo sido construida una pequeña iglesia en medio de las celdas, la dedicaron a María, Madre de Jesús, desarrollando el sentido de pertenencia a la Virgen como la Señora del lugar y como Patrona, y tomaron de ahí el nombre de “Hermanos de Santa María del Monte Carmelo”.
Este grupo de ermitaños laicos para tener una cierta estabilidad jurídica se dirigió al Patriarca de Jerusalén, Alberto Avogadro (1150-1214), residente en aquel tiempo en San Juan de Acre, en las cercanías del Monte Carmelo. Este escribió para ellos una norma de vida, entre el 1206-1214.
Sucesivas aprobaciones de esta norma de vida por parte de varios papas ayudaron al proceso de transformación del grupo hacia una Orden Religiosa, cosa que aconteció con la aprobación definitiva de tal texto como Regla por Inocencio IV en el 1247. La Orden del Carmelo fue de este modo inserta en la corriente de las Ordenes Mendicantes.
Hacia el 1235, sin embargo, los Carmelitas debieron en parte abandonar el lugar de origen, a causa de las incursiones y persecuciones de los sarracenos, que estaban reconquistando la Tierra Santa, retomándola a los cruzados, regresando a los países de origen en Europa.
Bien pronto se multiplicaron y florecieron en la ciencia y en la santidad. Con el tiempo se acercaron a los religiosos algunas mujeres, que se transformaron en el 1452 en monjas que vivían en propias comunidades.
En los siglos XV-XVI hubo cierto relajamiento en diversas comunidades, combatido por obra de Priores Generales como el Beato Juan Soreth (+1471), Nicolás Audet (+1562) y Juan Bautista Rubeo (+1578) y por algunas reformas (entre las cuáles la de Mantua y la del Monte Oliveti en Italia y la de Albi en Francia) para poner freno a la profusión de abusos y mitigaciones.
La reforma más conocida es ciertamente la llevada a cabo en España por Santa Teresa de Jesús para la reforma de las monjas y después de los religiosos, ayudada por San Juan de la Cruz y el P. Jerónimo Gracián.
El aspecto más importante de la labor de Santa Teresa es no tanto el haber combatido la mitigación introducida en la vida del Carmelo, cuanto más bien el haber integrado en su proyecto elementos vitales y eclesiales de su época.
En el 1592 esta reforma, llamada de los “Carmelitas Descalzos” o “Teresianos” se hizo independiente de la Orden Carmelita y tuvo un gran desarrollo en las dos Congregaciones de España e Italia, reunidas después en el 1875.
Se tienen así dos Órdenes del Carmelo:
– La de “Los Carmelitas”, llamados también de la “Antigua Observancia” o “Calzados”.
– La de “Los Carmelitas Descalzos” o “Teresianos”, que consideran a Santa Teresa de Jesús como su reformadora y fundadora.
A pesar de esta división, en los siglos sucesivos la Orden Carmelita continuó su camino espiritual. Numerosos religiosos y religiosas ilustres dieron vida al Carmelo con su espiritualidad y su genio.
Grandes avances se dieron también entre los seglares con la institución de la Tercera Orden del Carmen y de las Cofradías del Escapulario del Carmen en varias partes del mundo.
En los siglos XVII y XVIII se expandió por algunas partes el movimiento de la más estrecha observancia con la Reforma Turonense en Francia y con las de Monte Santo, Santa María della Vita, Piemonte y Santa María della Scala en Italia.
Al inicio de la Revolución Francesa la Orden Carmelita estaba ya establecida en todo el mundo con 54 Provincias y 13,000 religiosos.
Precisamente a causa de la Revolución Francesa la Orden del Carmelo sufrió graves daños, de modo que al final del siglo XIX se vio reducida a 8 Provincias y 727 religiosos. Sin embargo fueron estos pocos religiosos los que durante el siglo XX, con valor y determinación, restablecieron la Orden en aquellos países donde habían estado presentes anteriormente, así como también implantaron el Carmelo en nuevos continentes.
LA ORDEN CARMELITA HOY
A partir del Concilio Vaticano II, los Carmelitas han venido reflexionando hondamente sobre su propia identidad, sobre su carisma, sobre aquello que está a la base y constituye su proyecto de vida, a saber “vivir en obsequio de Jesucristo y servirlo fielmente con corazón puro y buena conciencia” (Regla).
Han encontrado su obsequio a Cristo empeñándose en la búsqueda del rostro de Dios viviente (dimensión contemplativa) y en la fraternidad y el servicio (diakonía) en medio del pueblo.
Actualmente la Orden Carmelita (rama de religiosos) está formada por Provincias, Comisariados Generales, Delegaciones Generales, Comunidades de Ermitaños y una Comunidad Afiliada, con un total de 2,000 religiosos aproximadamente. Se encuentran en todos los continentes.
LAS MONJAS CARMELITAS
Actualmente hay dos grandes grupos de monjas carmelitas.
Las monjas Carmelitas de la Antigua Observancia, profesan la Regla de San Alberto y observan Constituciones propias idénticas para todos los monasterios. Ahora bien, la observancia y el espíritu varían de un monasterio a otro, en virtud de que son autónomos aunque estén federados para ayudarse en algunos asuntos. Su rama masculina son los frailes Carmelitas de la Antigua Observancia (o Calzados).
Las monjas Carmelitas Descalzas profesan la Regla de San Alberto y Constituciones propias elaboradas por Santa Teresa de Jesús. Ahora bien, a raíz de la petición conciliar de renovación, la Santa Sede aprobó dos textos constitucionales (uno en 1990, y otro en 1991), que suponen dos interpretaciones del mismo carisma carmelitano descalzo.
Por tanto hay monasterios que observan las Constituciones de 1990, entre ellos los fundados o renovados por Santa Maravilla de Jesús, y los que observan las Constituciones de 1991 que son los que guardan vínculo jurídico con la Orden de los Carmelitas Descalzos y su General.
Hay que decir que aunque en dichos monasterios se observen estas Constituciones, cada monasterio autónomo es distinto a otro.
En algunos de los monasterios que observan las Constituciones de 1991 se han renovado el hábito religioso dejando de utilizar el tradicional, han retirado las rejas del locutorio y del coro bajo.
PARA SABER MÁS
http://www.ocarm.org/es/content/ocarm/origen
CARMELITAS DE LA ANTIGUA OBSERVANCIA
HISTORIA
La cuna de la Orden del Carmen se encuentra en el Monte Carmelo, el jardín de Palestina, que se alza entre los confines de Galilea y Samaria, en Israel.
En este lugar se establecieron en el s. XII algunos Cruzados de Tierra Santa para llevar vida de ermitaños.
Desde el primer momento, los ermitaños no reconocieron el título de fundador a nadie en particular, permaneciendo fieles al modelo del Profeta Elías, ligado al Monte Carmelo por el episodio bíblico de I Re 17-22. De este Profeta heredaron la pasión ardiente por el Dios vivo y verdadero, lo que se ve reflejado en el lema de la Orden que acompaña su escudo: Zelo zelatus sum pro Domino Deo Exercituum (“El celo por tu Casa me devora, Señor de los Ejércitos”, 1 Re 19,14).
En medio de las celdas construyeron un oratorio que dedicaron a su Patrona, la Santísima Virgen María, a quien veneraron como Nuestra Señora del Monte Carmelo. A Ella transfirieron los atributos propios que se dan a los fundadores.
Entre 1206 y 1214 (tradicionalmente se establece en 1209), el Santo Patriarca Alberto de Jerusalén les entregó una fórmula de vida o Regla que sintetiza el ideal del Carmelita:
– Vivir en obsequio de Jesucristo y servirle con corazón puro y buena conciencia.
– Meditar continuamente la Ley del Señor.
– Celebrar a diario en común la Sagrada Liturgia.
– Renunciar a la propiedad personal de bienes.
– Con las armas que Dios ofrece, vivir en profundidad la fe, la esperanza y la caridad en el seguimiento de Cristo a través de la ascesis evangélica.
– Practicar la comunión de vida en fraterna solicitud bajo la obediencia al Prior, la observancia religiosa, el trabajo manual y el celo por la salvación de las almas.
– Cultivar la oración en soledad, silencio y vigilancia evangélica.
Tras las incursiones sarracenas, los Ermitaños Carmelitas abandonaron Tierra Santa y se presentaron en Europa.
Desde el año 1400, algunas piadosas mujeres, en busca de una más profunda espiritualidad y perfección de vida, quisieron adaptar -bajo la guía de los frailes Carmelitas- a su condición femenina el espíritu del Carmelo y su Regla. Así nacieron las monjas Carmelitas en el año 1452, en Florencia, donde se erigió el primer monasterio: Santa María de los Ángeles (del que fue monja Santa María Magdalena de Pazzi).
Su vida estaría dedicada por completo a la meditación, al Oficio Divino, al trabajo y a la penitencia.
“La esposa de Jesucristo debe asemejarse a los sabios del mundo, los cuales tienen escondido el dinero. También ella debe amasar en el corazón los tesoros de las buenas obras, escondidas a los hombres y abiertas sólo a Dios. Esta es la manera más segura de atesorar para el Cielo”.
(Santa María Magdalena de Pazzi)
Estas Carmelitas (denominadas de la Antigua Observancia para distinguirlas de la Descalzas) están presentes en España con 25 monasterios, y 48 en el resto del mundo. Al igual que sucede con las Carmelitas Descalzas, la observancia y el espíritu varía de unos monasterios a otros. Por ejemplo, en algunos siguen vistiendo el hábito tradicional, mientras que en otros lo han cambiado. Destacamos los siguientes monasterios:
CONVENTOS EN ESPAÑA
Madres Carmelitas
Monasterio de la Madre de Dios
Carmen, 17
05310 Fontiveros (Avila)
Email: carmelitasfonti@hotmail.com
Madres Carmelitas
Monasterio de Ntra. Sra. de las Maravillas
Príncipe de Vergara, 23
28001 Madrid
Email: carmelomaravillas@planalfa.es
Madres Carmelitas
Monasterio San Juan Bautista
Francisco Alcalá, 9
21860 Villalba del Alcor (Huelva)
Email: monjasvillalba@telefonica.net
PARA SABER MÁS
http://divinavocacion.blogspot.com/2008/04/carmelitas-descalzas-dos-observancias.html
http://madrescarmelitasaogranada.blogspot.com/2016/05/la-misericordia-de-dios-en-el-carmelo.html
CARMELITAS DESCALZAS
HISTORIA
Desde el año 1400, algunas piadosas mujeres, en busca de una más profunda espiritualidad y perfección de vida, quisieron adaptar, bajo la guía de los frailes Carmelitas, a su condición femenina el espíritu del Carmelo y su Regla.
Así nacieron las monjas Carmelitas en el año 1452, en Florencia, donde se erigió el primer monasterio, Santa María de los Ángeles, del que fue monja Santa María Magdalena de Pazzi. Su vida estaría dedicada por completo a la meditación, al Oficio Divino, al trabajo y a la penitencia.
En Francia se difundieron con rapidez por obra de la Beata Francisca De Amboise, colaborando el Beato Juan Soreth.
LA REFORMA TERESIANA
Las Carmelitas del monasterio de La Encarnación habían decaído mucho de su primitivo fervor a principios del siglo XVI. Observaban la Regla mitigada y su locutorio era una especie de centro de reunión de las damas y caballeros de la ciudad.
Por otra parte, las religiosas podían salir de la clausura con el menor pretexto, por lo que el convento era el sitio ideal para quien deseaba una vida fácil y sin problemas. La comunidad era sumamente numerosa, lo cual era a la vez causa y efecto de relajación. En aquellos tiempos en La Encarnación vivían 140 monjas.
Ante este panorama, Santa Teresa de Jesús sintió el llamado divino de fundar un monasterio de mayor austeridad, a ejemplo de las Clarisas Descalzas de Madrid, donde se observase la Regla primitiva.
Quiso dar vida a una casa “de haber solas quince…con grandísimo encerramiento, así de nunca salir como de no ver si no han velo delante del rostro, fundadas en oración y mortificación” (Carta del 23.12.1561 a su hermano Lorenzo de Cepeda; y cap. 32 de Vida).
Su Reforma buscaba retornar a la vida centrada en Dios con toda sencillez y pobreza, como la de los primeros ermitaños del Monte Carmelo.
Ayudada por Doña Guiomar de Ulloa y aconsejada por San Pedro de Alcántara, San Francisco de Borja y San Luis Beltrán, preparó en su ciudad natal, Ávila, la casita que serviría de monasterio, cuya erección autorizó la Penitenciaría Apostólica el 7 de febrero de 1562 con el breve Ex parte vestra.
La inauguración del monasterio de San José tuvo lugar el 24 de agosto de 1562. Santa Teresa se unió a las primeras cuatro postulantes en el mes de diciembre. Elegida Priora a comienzos del año siguiente, organizó la nueva vida con una decisiva orientación contemplativa centrada en la oración, entendida ésta como un contacto de amistad con el Amado “que tiene tantos enemigos y tan pocos amigos”; contacto sostenido con la soledad de la clausura estricta, el silencio, la pobreza, la penitencia, el trabajo manual, la abstinencia de carnes y las alegres recreaciones. Santa Teresa no admitió al principio más que a trece religiosas, pero más tarde, en los conventos que no vivían sólo de limosnas sino que poseían rentas, aceptó que hubiese veintiuna. Y todo ello con una clara orientación apostólica: por la Iglesia, por el Papa y por los sacerdotes (Camino 1-3).
No se conocen las primeras leyes que regulaban la vida de aquel primer “Palomarcito”, aunque se vislumbran en el reglamento presentado por la Santa en 1567 al Prior General de la Orden, P. Juan Bautista Rubeo, para los Carmelitas Descalzos.
El primer texto conocido que recoge el ideal de la Reforma fue Camino de Perfección (1566), donde Santa Teresa expone con claridad su ideal y los medios para vivirlo. Ideó la vida en la Reforma como una búsqueda amorosa de Cristo y de su intimidad con Él en la oración, exigiendo que quien aspirase a la Orden fuera “persona de oración”. No se trataba simplemente de tener mujeres capaces de hacer dos horas diarias de oración mental y de recitar el Oficio Divino, sino de que vivieran juntas manteniéndose continuamente unidas al Señor, en la “soledad mandada por la Regla”, en el trabajo manual a imagen de los pobres y en la penitencia que conforma la voluntad con la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
El primer texto de Camino de Perfección confirma este ideal: la oración “es el fundamento” de la vida en el monasterio. Además, para que la oración sea verdadera debe ser sostenida con la mortificación, dado que “oración y regalo no se compadece” (Camino 5,2).
Siguiendo la Regla, exige el recogimiento en la propia celda, lo cual favorece el silencio y la oración misma. Por otro lado, Santa Teresa apunta a la vida familiar como expresión de la caridad fraterna, donde las pocas religiosas, reunidas como el pequeño “colegio de Cristo”, “todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar” (Camino 6,4).
LA CUESTIÓN DE LAS CONSTITUCIONES
EL ideal de la Reforma Teresiana se plasmará en las Constituciones de la Santa, redactadas en vista a las nuevas fundaciones y aprobadas por el General Rubeo en 1568.
En 1581 se reunirá en Alcalá de Henares el primer Capítulo Provincial de los Descalzos, constituidos en Provincia independiente con el breve Pia consideratione de Gregorio XIII del 22 de junio de 1580. En dicho Capítulo se promulgaron las Constituciones para las monjas. La Santa había trabajado en estas leyes, pidiendo observaciones a todas sus comunidades; observaciones cribadas por ella misma antes de trasmitírselas al Provincial Fray Jerónimo de la Madre de Dios (Gracián), probable autor de la redacción del texto complutense de 1581.
En 1585 fue elegido Provincial el P. Nicolás de Jesús María (Doria) que intervino las Constituciones de 1581. Santa Teresa ya había fallecido (1582) y el P. Nicolás alteró las leyes dadas por ella y por el Capítulo de Alcalá (1581) sobre el gobierno, confesores, visitas canónicas y elecciones en los monasterios. También suprimió la dedicatoria de las Constituciones a la “Madre Teresa” y la carta introductoria del P. Gracián.
Tras diversas oposiciones (Ana de Jesús, María de San José, P. Gracián) y conflictos, en 1592 el P. Doria promulga unas nuevas Constituciones, introduciendo todas las normas jurídicas que quiso. Este texto legislativo se impuso en todos los Carmelos y fue la norma de vida hasta 1926, en que se revisaron para adecuarlas al nuevo Código de Derecho Canónico de 1917. La revisión se hizo entonces con extremo cuidado, “por el temor de que fuese alterado el venerado texto que la Santa Madre, inspirada del Cielo, había con tanta precisión compuesto y observado” (Fr. Guillermo de San Alberto, Prepósito General de los Descalzos).
LAS FUNDACIONES TERESIANAS
Los Carmelos Descalzos fundados por Santa Teresa de Jesús fueron los siguientes:
. San José de Ávila (1562)
. Medina del Campo (1567)
. Malagón (1568)
. Valladolid (1568)
. Toledo (1569)
. Pastrana (1569), trasladado en 1574 a Segovia
. Salamanca (1570)
. Alba de Tormes (1571)
Tras el trienio en que fue nombrada Priora de La Encarnación fundó los Carmelos de:
. Segovia (1574)
. Beas de Segura (1575)
. Sevilla (1575)
. Caravaca (1576)
Y tras la suspensión temporal por el conflicto entre Calzados y Descalzos:
. Villanueva de la Jara (1580)
. Palencia (1580)
. Soria (1581)
. Granada (1582)
. Burgos (1582)
También trabajó en las gestiones para la fundación tan deseada de Madrid que se llevaría a cabo cuatro años después de su muerte, en 1586.
LAS CONSTITUCIONES DE 1990 Y DE 1991
La promulgación de un nuevo Código de Derecho Canónico (junto al decreto conciliar Perfectae caritatis sobre la adecuada renovación de la vida religiosa) impele a renovar los textos constitucionales de las Carmelitas Descalzas. En 1990, San Juan Pablo II aprueba unas nuevas Constituciones a partir de la revisión de las de 1926.
Estas Constituciones fueron propuestas por las Prioras de San José, primera fundación teresiana, y del Cerro de los Ángeles, primera fundación de Santa Maravillas de Jesús. La preocupación de las Prioras, que hablaban en nombre de más de noventa monasterios, era la que se esconde tras la cuestión: ¿Dio Santa Teresa normas de vida religiosa válidas únicamente para su tiempo? Resulta difícil contestar afirmativamente, si se observa el empeño de la Santa en guardar la observancia y fidelidad a la Regla y las Constituciones.
No todos los Carmelos femeninos tenían este mismo sentir. Como señalaba Juan Pablo II, la problemática correspondía “más bien a diversas modalidades de interpretar la adaptación a las cambiadas condiciones de los tiempos (Perfectae caritatis, 2), y de formular la legislación de los Institutos religiosos, cuya aprobación es competencia exclusiva de la Santa Sede. Se trata, por tanto, de apreciaciones diferentes que nacen de una misma voluntad de fidelidad al Señor, y que la Santa Sede ha querido respetar, así como respeta la libertad que cada monasterio tiene de optar por uno u otro de los textos constitucionales aprobados”.
En 1991 serán aprobadas las Constituciones de los monasterios que deseaban una mayor suavización de la vida conventual. Éstos guardan vínculo jurídico con el Prepósito General de los Carmelitas Descalzos.
Santa Teresa de Jesús, iluminada por el Espíritu Santo, dispone en sus Constituciones normas de vida personal y comunitaria que configuran un conjunto armonioso y coherente.
La estricta clausura, el hábito carmelitano, la desnudez de los pies, la abstinencia de carnes, la primacía de la oración mental y coral, la fraternidad evangélica, etc., son normas que han sido establecidas por obra del Espíritu Santo. Son dones suyos concedidos a esta familia religiosa del Carmen Descalzo. Y Dios da la fuerza necesaria para profesar esta Regla y estilo de vida a las llamadas a esta vocación.
EL ESPÍRITU CARMELITANO DESCALZO
– Espíritu de continua oración y contemplación: “Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación, porque éste fue nuestro principio.” (5 M. 1,3)
– Espíritu ermitaño: “El estilo que pretendemos llevar es no sólo de ser monjas sino ermitañas, y así se desasen de todo lo creado.” (C. 13,6)
– Imitación de María Santísima, Hermana y Señora.
– Soledad y silencio: “Nunca haya sala de labor porque no sea ocasión de que estando juntas quebranten el silencio.” (Const.)
– Trabajo en la presencia de Dios: “No se haga labor curiosa que ocupe el pensamiento para no le tener en el Señor” (Const.); “Coman su pan trabajando en silencio” (Regla); “Ponga mucho en los ejercicios de manos que importa infinitísimo.” (Cta. 111,3)
– Pobreza absoluta: “Siempre tengan delante la pobreza que profesan para dar en todo el buen olor de ella y miren que no es esto lo que las ha de sustentar (el propio interés) sino la fe y perfección y fiar en sólo Dios.” (Const.)
– Austeridad.
– Penitencia.
– Ayuno: Desde la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre) hasta el día de la Resurrección del Señor (Regla).
– Abstinencia perpetua: Excepto en caso de enfermedad o debilidad, como en el ayuno (Regla).
– Obediencia libre y generosa: “En esto de la obediencia es lo que más había de poner y por parecerme que si no la hay es no ser monja, no digo nada de ello” (C. 18.7). “Me dijo el Señor: Hija, la obediencia da fuerzas” (Fund. prólogo).
– Desasimiento de todo lo creado.
– Verdadera humildad, sencillez y alegría: “Vida es vivir de manera que no se tema la muerte ni todos los sucesos de la vida, y estar con esta ordinaria alegría que ahora todas traéis” (F. 27,12).
– Oración por la Iglesia y los sacerdotes: Santa Teresa quiere que sus hijas merezcan con sus virtudes alcanzar una lluvia de gracias para la Santa Iglesia y para que “a los capitanes de este castillo o ciudad, los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y Teólogos” (Camino 3,2). “Cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen en esto que he dicho (en favor de la Iglesia y de la Sagrada Jerarquía) pensad que no hacéis ni cumplís el fin para el que aquí os juntó el Señor” (Camino 3,10).
– Vida fraterna fundada en la caridad más perfecta: “Todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar” (Camino6,4). “Si entendieseis lo que nos importa esta virtud no traeríais otro estudio“(5M. 3,10).
– Rigurosa y voluntaria clausura: “No se creerá el contento que se recibe en estas fundaciones cuando nos vemos ya con clausura adonde no puede entrar persona seglar: que por mucho que las queramos, no basta para dejar de tener este gran consuelo de vernos a solas con Él sólo” (F. 31,46).
– Amor filial a San José: a quien llaman “Ntro. Padre y Señor San José”, confiándole sus necesidades.
– Cielo en la tierra: “Esta casa es un Cielo, si lo puede haber en la tierra. Para quien se contenta sólo de contestar a Dios y no hace caso de contento suyo, tiénese muy buena vida: en queriendo algo más se perderá todo, porque no lo puede tener“. (C. 13,7)
– Número limitado de monjas: Máximo 21.
PARA SABER MÁS
CARMELITAS SAMARITANAS DEL CORAZÓN DE JESÚS
HISTORIA
Las Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús existen en la Iglesia «oficialmente» en junio del año 2012, pero su itinerario carismático comenzó el 16 de junio de 2001, cuando comprendieron y acogieron la llamada de vivir sólo para el Corazón de Jesús. Nuestra vocación es el Corazón de Cristo.
A partir de ahí iniciaron que culminó con las dispensas de Roma que les permitió vivir la llamada que hemos recibido.
En el año 2005 se instalan en Valladolid, en el antiguo convento de las Reparadoras en el Paseo de los Filipinos, y allí permanecieron hasta el 2016. En julio del 2016 parte de la Comunidad partió rumbo a Valdediós para su primera fundación y el resto de las hermanas permaneció en Valladolid, en la Casa Madre, hasta octubre del mismo año 2016, en que se trasladan a Viana de Cega.
Poco a poco se va perfilando una nueva familia religiosa dentro del Carmelo.
En estos momentos somos 32 hermanas que viven en dos comunidades: en Viana de Cega (Valladolid) y en Valdediós (Asturias).
CARISMA Y MISIÓN
Las Carmelitas Samaritanas viven y existen en la Iglesia para calmar la sed de Cristo desde un nuevo Carmelo según el Corazón de Cristo.
Son hijas de Santa Teresa, pero con un matiz propio de vivir profundamente enamoradas del Corazón Eucarístico de Jesús. Hijas de Santa Teresa según el Corazón de Cristo a través del que viven continuamente asomadas a la intimidad de Dios, entregadas a la contemplación de su Corazón, para -en un intento de comprender el Amor de Dios- entregarlo a la humanidad.
Son poseedoras de tres «títulos» irrenunciables e inseparables los tres, por este orden: 1º Esposas de Cristo, 2º Hijas de la Iglesia, 3º Hijas de Santa Teresa.
Hay varios aspectos o matices que nos identifican y caracterizan:
– Intensa vivencia de la espiritualidad del Corazón de Jesús.
– Adoración de la Eucaristía en Comunidad.
– Actitud de acogida a las personas que se acerquen al monasterio y testimonio de vida.
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
La vivencia de la espiritualidad del Corazón de Jesús alcanza su máxima expresión en el amor, el culto y la adoración a la Santísima Eucaristía. En el Santísimo Sacramento es donde verdaderamente se haya vivo, presente y palpitante el Corazón de Jesús, por eso en el Sagrario está el Corazón de Cristo presente y tangible en nuestra Comunidad.
En torno a la Eucaristía solemnemente expuesta, o reservada ordinariamente, gira toda la vida de oración litúrgica y personal de las hermanas.
La presencia de Cristo Resucitado Vivo en el Santísimo Sacramento es toda su fuerza, su riqueza y su razón de existir. Por eso a la adoración de la Eucaristía se dedican muchos tiempos de oración comunitaria, teniendo especial relevancia la celebración de los Primeros Viernes de mes y la Hora Santa todos los jueves por la noche.
LA CLAUSURA SAMARITANA: ACOGIDA Y TESTIMONIO
Son monjas de vida contemplativa, con clausura constitucional.
Su apostolado se centra principalmente en la escucha y contemplación de la Palabra de Dios, hecho presente en el misterio de su Corazón abierto, mostrando la ternura de ese Corazón a los hombres trabajando y cuidando mucho la acogida de todos los que se acerquen a los monasterios y respondiendo a cooperar en el apostolado de la oración y la espiritualidad cuando se nos requiera.
Su clausura está al servicio de la acogida y del anuncio de la Buena Noticia de que somos amados por un Dios que tiene Corazón de Hombre. Dar este testimonio es una de las finalidades de su razón de ser en la Iglesia.
PARA SABER MÁS
CARTUJAS
HISTORIA
Para alabanza de la gloria de Dios, Cristo, Palabra del Padre por mediación del Espíritu Santo, eligió desde el principio a algunos hombres, a quienes llevó a la soledad para unirlos a sí en íntimo amor. Siguiendo esta vocación el Maestro Bruno entró con seis compañeros en el desierto de Cartuja, el año del Señor 1084, y se instaló allí.
Tanto ellos como sus sucesores, permanecieron en aquel lugar bajo la dirección del Espíritu Santo, y, guiándose por la experiencia, fueron creando gradualmente un género de vida eremítica propio, que se transmitía a sus continuadores, no por escrito, sino con el ejemplo.
La existencia de las monjas cartujas se remonta a los orígenes de la Orden de los cartujos. Es en 1145 que las monjas de Prébayon en Provenza, al sur de Francia decidieron abrazar la regla de vida de los monjes de Chartreuse. Ellas fueron acogidas en la Orden por San Antelmo, entonces prior de la Cartuja. Así nació la rama femenina de la Orden. Desde ese momento las monjas cartujas forman con los monjes una única Orden bajo la dirección del mismo Ministro General, el prior de la Gran Cartuja.
Aunque se habían decidido a abrazar la regla de vida de los Cartujos, durante varios siglos las monjas tuvieron una parte de vida común más importante que los monjes. Se pensaba entonces que el temperamento femenino no estaba adaptado para soportar todos los rigores de la soledad de los monjes.
Las monjas cartujas han conocido en su historia las mismas duras pruebas que los monjes. En 1794, a causa de la Revolución francesa, todas las cartujas de mujeres fueron cerradas, aunque en 1816 algunas monjas que habían sobrevivido volvieron a darle vida a la rama femenina de la Orden que cuenta actualmente con cinco casas en Europa (dos en Francia, en el Macizo Central y en Provenza, dos en Italia y una en España) más una fundación en curso en Corea.
Hacia 1970, a raíz de solicitudes apremiantes de las monjas de poder llevar la vida cartujana en plenitud, hubo una evolución hacia una vida más solitaria, de modo que actualmente la vida de las monjas es idéntica a la de los monjes.
CARISMA
Como para los monjes cartujos, la vida de las monjas cartujas es una vida contemplativa marcada por la soledad.
Su deseo es responder al llamado de Dios devolviéndole amor por Amor.
Los monasterios, alejados de las ciudades, son « desiertos » con el fin de favorecer el encuentro con Dios, siendo su finalidad principal y su vocación encontrar a Dios en el silencio y la soledad. Allí Dios y su servidor mantienen frecuentes coloquios, como se hace entre amigos.
Comparten pues con los monjes cartujos la misma vocación y el mismo espíritu, pero ciertas particularidades, al tiempo que las diferencian de ellos, le otorgan a su vida un sello propio.
ESTILO DE VIDA
Al igual que en la rama masculina hay en la rama femenina monjas de claustro, dedicadas más especialmente a la soledad de la celda, monjas conversas y donadas.
La formación para la vida cartujana dura aproximadamente ocho años y sigue las mismas etapas que la de los monjes. Tras la profesión solemne o de la donación perpetua, las monjas que lo desean pueden recibir la consagración virginal.
El hábito de las monjas es similar al de los monjes: hábito blanco y cogulla con bandas laterales para las profesas. Pero en lugar de la capucha de los monjes las monjas llevan toca con velo.
En todas las casas de monjas hay uno o dos padres cartujos que garantizan las funciones sacerdotales según el rito cartujano: celebración de la Eucaristía y Ministerio de la reconciliación.
Junto con estos padres ordinariamente hay uno o dos hermanos encargados de los trabajos que no pueden ser realizados por las monjas. Padres y hermanos viven en un edificio separado.
Los oficios litúrgicos son idénticos a los de los monjes. Sin embargo el Oficio de Maitines, a la medianoche, simplemente se recita en lugar de ser cantado, lo que reduce en aproximadamente media hora la duración de la vigilia.
Cada semana hacen un día de abstinencia pero no a pan y agua: ese día no se sirve ni huevo ni pescado, ni tampoco leche, manteca ni queso.
El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son también días de abstinencia; estos días, las monjas que pueden se contentan con pan y agua.
Algunos días y en ciertos períodos del año tomamos solamente una comida al mediodía y una pequeña colación por la tarde. Además, en todo tiempo del año, se nos concede a modo de desayuno una bebida y un trozo de pan.
La edad de admisión está comprendida entre los 20 y los 35 años, aunque siempre se puede considerar la posibilidad de una excepción si existen razones serias que hagan pensar en una vocación verdadera.
Tras los pasos de los primeros cartujos, « permaneciendo bajo la dirección del Espíritu Santo y dejándose formar por la experiencia », las monjas cartujas quieren permanecer fieles al carisma de su Padre San Bruno.
PARA SABER MÁS
CISTERCIENES DE LA ESTRICTA OBSERVANCIA (TRAPENSES)
HISTORIA
El movimiento monástico Cisterciense nace en Francia a comienzos del siglo XI (1098), cuando un grupo de monjes del monasterio Cluniacense de Molesmes abandona su comunidad para formar una nueva, en la localidad de Citeaux (Cister); es entonces cuando el abad Roberto, pretende restaurar la estricta Regla de San Benito de Nursia, que en el año 545 había fundado la orden de los Benedictinos.
La nueva orden se basa en los principios de abandonar todo signo externo de riqueza y en el propio trabajo para conseguir su subsistencia; será el famoso “ora et labora” que distinguirá a los monjes del Cister.
El abad Roberto es obligado por el Papa a regresar a su comunidad, y será su sucesor, Alberico, el que consiga el reconocimiento de la orden por el Papa Pascual II.
El tercer abad fue San Esteban Harding que continuó la obra emprendida años antes dotando al Císter de una regla propia llamada la Carta Charitatis que enuncia su propósito de volver a los orígenes de austeridad de la primitiva Orden Benedictina.
SAN BERNARDO DE CLARAVAL
Pero no sería hasta la aparición en escena de la figura de San Bernardo cuando el Císter comienza su imparable desarrollo durante el siglo XII.
Sin duda, Bernardo de Claraval fue una de las primeras personalidades de la Europa del siglo XII y principal protagonista en el desarrollo de la Orden del Císter en toda Europa.
Bernardo nació en la familia noble y acomodada de los Fontaine en 1091 y fue educado, junto a sus siete hermanos, en el más amplio nivel cultural de que se disponía en el momento.
A edad temprana ingresó en la citada abadía de Cîteaux en tiempos de san Esteban Harding. Su fuerte personalidad llevó al abad Esteban a encargarle la fundación del Monasterio de Claraval (Clairvaux).
A lo largo de su intensa vida fue capaz de llevar la Orden del Císter a su máxima expansión, con un total de 343 monasterios fundados en toda Europa.
La brillante oratoria de Bernardo fue una de los principales instrumentos empleados al lo largo de su vida para alcanzar sus objetivos. Le llamaban “El Doctor boca de miel” (doctor melifluo).
Su defensa a la legitimidad de Inocencio II en su conflicto con Anacleto II le valió importantes privilegios de Roma que aumentaron con la elección como Papa de Eugenio III, antiguo monje cisterciense.
Bernardo luchó contra las tendencias laicistas de su tiempo y predicó la segunda Cruzada (1146), reconociendo a la Orden del Temple como realización del ideal del monje-soldado. En el campo religioso impulsó la devoción mariana.
Bernardo murió en 1153 y fue canonizado en 1174.
Como consecuencia de la imparable actividad de San Bernardo, los monjes cistercienses relevaron a los cluniacenses en la influencia sobre la sociedad y la Iglesia del siglo XII, ocupando sus más altos cargos y dignidades y ejerciendo su influencia sobre el poder civil.
IDENTIDAD
La Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, también conocida como “Trapenses”, es una Orden Religiosa Contemplativa de la Iglesia Católica Romana, formada por monasterios de Monjes y de Monjas.
Forma parte de la amplia Familia Cisterciense y sigue la Regla de San Benito razón por la cual también forman parte de la Familia Benedictina.
Las vidas de las monjas trapenses están dedicadas a la búsqueda de la unión con Dios, mediante Jesucristo, en una comunidad de hermanas.
Todos los Monasterios Cistercienses están dedicados a María, La Madre de Dios.
La solemnidad de la Asunción a los Cielos (15 de agosto) es la fiesta patronal de la Orden.
ESPÍRITU
Las Cistercienes de la Estricta Observancia basan su espiritualidad en cinco fuentes:
1. La Regla de San Benito
La forma de vida está en conformidad substancial con el descrito en la Regla de san Benito.
Los monjes y las monjas viven en comunidades estables situadas en apartamiento de la vida social ordinaria.
Cada día se celebra en el coro la Liturgia de las Horas completamente, comenzando por el Oficio de Vigilias, horas antes del amanecer.
La jornada se distribuye equilibradamente entre trabajo, lectura y estudio.
Las comunidades se mantienen a sí mismas y se comprometen en ofrecer hospitalidad a quienes acuden en busca de un ambiente espiritual.
2. Los Fundadores del Císter
Los Santos Roberto, Alberico y Esteban fundaron el monasterio reformado de Cîteaux en 1098. Su intención fue revitalizar las formas institucionales de vida monástica y acercarlas a una mayor conformidad tanto con la Regla de San Benito como con las aspiraciones de su tiempo.
En particular esto conllevaba el énfasis en una pobreza auténtica y simplicidad incluso en la liturgia, el trabajo manual, la ausencia de compromiso en asuntos temporales, y, a nivel de Orden, solicitud común y supervisión entre los diferentes monasterios como medios para mantener el fervor.
Los primeros documentos de este periodo son el Exordium Parvum, que describe los orígenes de la reforma, y la Carta de Caridad, que ofrece las bases constitucionales.
3. San Bernardo y sus contemporáneos
El carisma cisterciense evolucionó grandemente durante la segunda y tercera generación de cistercienses, particularmente debido a la influencia de San Bernardo de Claraval (+1153).
En este periodo hubo particular interés en la calidad interior y experiencial de la vida monástica, y se puso un nuevo énfasis en la importancia tanto de la comunión fraterna como de la contemplación.
4. La reforma del Abad Rancé
En el siglo XVII, cuando varios factores habían provocado la decadencia y la división en la Orden Cisterciense, el Abad de la Trapa. Armand-Jean de Rancé inició un fuerte movimiento reformador, fundamentado en numerosos escritos e inspirado en la antigua tradición monástica.
Su principal acento era insistir en la austeridad de la vida Cisterciense y su carácter contemplativo.
5. Renovación posconciliar
Durante el periodo de 25 años que siguió al Concilio Vaticano II, la Orden se vio comprometida en la tarea de renovar sus Constituciones de acuerdo con el espíritu del Concilio.
Esto trajo como resultado, en primer lugar, un gran aprecio y atención por las riquezas de su patrimonio, espiritualidad y prácticas, y, en segundo lugar, el reconocimiento de la necesidad de un mayor nivel de pluralismo enfocado a facilitar la inculturación y permitir al carisma Cisterciense ser vivido con mayor integridad en las diferentes partes del mundo en que se ha extendido en los tiempos recientes.
VIDA
Un monje cristiano es alguien que ha sentido la llamada de Jesús de darse por entero a Él, alguien que desea apasionadamente apartarse de todo lo que no sea centrarse en Cristo; pero eso no le separa de los hermanos y hermanas del mundo; antes, al contrario, orando en unión con Cristo, que intercede por todos, se unen a ellos en un nivel más profundo.
El monje cisterciense vive con otros hermanos y hermanas, purificándose y fortaleciéndose por medio de la comunidad en un trabajo de oración de por vida.
Todas y cada una de las comunidades tienen sus propias costumbres y horarios diarios, pero les es común a todas ellas madrugar antes del amanecer para empezar el día con la oración litúrgica y volviendo periódicamente a la iglesia a lo largo del día para seguir rezando juntos.
En otros momentos, durante el trabajo, procuran mantener un ambiente de silencio, que les ayuda a crecer en la práctica de la oración continua.
Por lo general, los monasterios trapenses se construyen en lugares apartados, rodeados de belleza y tranquilidad natural, manteniendo el contacto con la tierra de la que Dios hace a la humanidad administradora.
En estos tiempos, para muchos el monasterio es un oasis de paz en medio del ruido y del tumulto, un lugar en el que los que lo visitan encuentran esa libertad de distracciones que prepara el corazón para el encuentro con Dios. Para hacer frente a los imperativos de la vida moderna, abrumadora en ocasiones, la gente encuentra inspiración en el equilibrio de trabajo y oración que se da en el horario monástico y en la vida ordenada y de objetivos que conlleva.
Los trapenses creen que Dios escucha las oraciones de todos y llevan en su corazón las esperanzas y las necesidades de todo el mundo, pero, sobre todo, rezan porque Dios se merece toda la amorosa atención y sienten las maravillas de su bondad y amor.
ESTRUCTURA
Reunidos por la llamada de Cristo, los hermanos y hermanas constituyen una “iglesia” monástica (o “comunidad”) que es el elemento fundamental de la Orden.
La expresión física normal de la Orden es una Abadía, regida y guiada por un superior electo, llamado Abad o Abadesa, con miembros profesos y otros nuevos en diversos periodos de formación, viviendo todos bajo la Regla de san Benito.
De acuerdo con la Carta de Caridad las comunidades Cistercienses son autónomas, pero unidas en una comunión que se fortalece mediante las instituciones del Padre Inmediato, la Visita Regular y el Capítulo General.
El P. Inmediato es el Abad de otro monasterio, cuyas responsabilidades incluyen una visita formal a la comunidad cada dos años.
El propósito de este “Visita regular” es reforzar y complementar la tarea pastoral del superior local, corregir lo que fuere necesario y renovar el fervor espiritual de los monjes o las monjas.
El Capítulo General es la suprema autoridad de la Orden. Formalmente hay dos Capítulos Generales separados, uno que reúne a los superiores de los monjes y otro a las superioras de las monjas; pero, normalmente, se reúnen a la vez cada tres años durante tres semanas, a fin de favorecer la paz y la caridad entre ellos y tomar las decisiones apropiadas para mantener el patrimonio y la unidad de la Orden.
Los dos Capítulos, conjuntamente, eligen un Abad General por un mandato indeterminado en cuanto al tiempo. Su principal función es ser un vínculo de unidad en la Orden.
En esta tarea está asistido por un Consejo Permanente que reside en la Casa Generalicia en Roma, constituido por cinco miembros, cuatro de los cuales son elegidos por los Capítulos Generales, y el quinto por los otros cuatro, de modo que estén representados los mayores grupos lingüísticos de la Orden.
Los Capítulos Generales son preparados por una Comisión Central, elegida por el Capítulo General anterior, y cuyos miembros son elegidos por las diversas regiones de la Orden. También puede asignarse tareas preparatorias a otras Comisiones, más o menos permanentes: la Comisión de Derecho, la Comisión de Economía y la Comisión de Ayuda Mutua.
Desde los mismos orígenes el crecimiento de la Orden ha estado asegurado por un equilibrado sistema de fundaciones, regido actualmente por el Estatuto de Fundaciones. Este Estatuto ha demostrado ser muy útil para alertar a las comunidades sobre las indicaciones de la Providencia a ser invitadas a extender la vida monástica a otros lugares, como, por ejemplo, lugares tan diversos como Noruega, Siria y Brasil.
Otro aspecto, todavía “en proceso de construcción” es el de los “Laicos Cistercienses”, o “Asociados”, un movimiento a nivel mundial cuyo crecimiento está siguiendo una prudente pero creativa evolución.
VOCACIÓN
Al ser cada uno de los monasterios autónomos, la llamada a la vida Cisterciense supone una llamada a vivir en una comunidad concreta y seguir sus costumbres. Por esta razón el discernimiento vocacional corre a cargo de cada monasterio, y no de una organización centralizada, difiriendo el proceso de ingreso de una comunidad a otra.
Sin embargo, las etapas de la vida, desde el inicio hasta el compromiso final, vienen a ser en su mayor parte las mismas:
Candidatos. Alguien, hombre o mujer, visita el monasterio durante un cierto tiempo, y habla de su vocación con el encargado correspondiente o con el superior, quienes ayudan a esa persona a discernir su llamada.
Tiempo de observación. Antes de que una persona deje su trabajo, familia, y desee entrar en el monasterio, la mayoría de las casas piden al candidato que viva en comunidad por un corto periodo de tiempo – generalmente al menos un mes – antes de volver a su casa y continuar el proceso de discernimiento.
Postulantado. El candidato ingresa en el monasterio y comienza a vivir como un miembro más de la comunidad, recibiendo instrucción por parte del maestro de novicios.
Noviciado. Después de unos meses como postulante, recibe la vestición del hábito monástico y comienza a ser un miembro de la Orden, y continúa recibiendo orientación e instrucción en el noviciado.
Votos temporales. Después de dos años de noviciado puede ser admitido a los votos temporales. Los años de profesión temporal son un tiempo de mayor estudio y asimilación del modo monástico de vivir el Evangelio y para integrarse más profundamente en la comunidad.
Votos perpetuos. Después de al menos tres años de profesión temporal, y no más de nueve, el joven o la joven profesa puede ser admitido a la profesión final, que es de por vida.
PARA SABER MÁS
https://www.cistercensi.info/storia/storia16es.htm
CISTERCIENSES (BERNARDAS) – CONGREGACIÓN DE SAN BERNARDO
HISTORIA
Desde el año 1098, cuando los Santos Abades Roberto, Alberico y Esteban construyeron el Nuevo Monasterio dando una forma peculiar a la tradición benedictina, y cuando hacia el 1125, el mismo San Esteban instituyó el monasterio de monjas llamado “Tart”, hasta el día de hoy, se ha ido enriqueciendo una valiosa tradición y herencia espiritual.
De las veintitrés comunidades que forman esta Congregación, veintidós se encuentran en España y una, aún en calidad de Fundación, en Lurín, (Perú).
Nueve tienen su origen en el S. XII:
– San Miguel de las Dueñas (1152)
– Santa Ana- Valladolid (1160)
– Gradefes (1168)
– Cañas (1170)
– Toledo (1175)
– San Bernardo de Burgos (1180)
– Las Huelgas (1187)
– Benavente y Ferreira (1190).
Cuatro en el S. XIII:
– Moralzarzal (1218)
– San Felices (1219)
– Villamayor (1228)
– Sevilla (1248)
Tres en el S. XVI:
– Encarnación (1509)
– Salamanca (1542)
– Villarrobledo (1595).
Cuatro en el S. XVII:
– Talavera (1610)
– Císter-Córdoba (1621)
– Teror (1634)
– Granada (1682).
Uno en el S. XIX: Liérganes (1894).
Y dos en el S. XX: Breña Alta (1946) y Lurín (Perú), (1992).
En 1898 un grupo de monasterios cistercienses femeninos españoles, que a lo largo de su historia se mantuvieron fieles al ideal monástico puramente contemplativo del Císter primitivo, se unieron a la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia y asumieron sus Constituciones. El rescripto del 8 de agosto de 1898 les concede esta unión pero sin sustraerlas de la jurisdicción de los obispos.
El 21 de Noviembre de 1950 sale a la luz la Constitución Apostólica “Sponsa Christi”, de Pio XII, invitando a las religiosas-monjas a unirse en Federaciones, para poder ayudarse en la formación, en el intercambio de personal y en la cuestión económica, fundamentalmente.
El 12 de diciembre de 1954 tuvo lugar el acto de Erección de la Federación de monjas Cistercienses de la Regular Observancia de San Bernardo en España. El 30 de Noviembre de 1955 se celebró la 1ª Asamblea en Las Huelgas en la que estaba presente el Abad General Dom. Gabriel Sortais y todos los abades españoles. Allí se eligió como 1ª Presidenta Federal a M. Rosario Díaz de la Guerra, a quien el Abad General confirmó e instaló en su cargo.
El primer Capítulo General tuvo lugar el 8 de diciembre de 1955. Se leyó el Decreto de la Santa Sede, aprobando los Estatutos.
La Federación en su IX Capítulo General de 1985 elige como Presidenta a M. Mª Jesús Fernández Estalayo. Esta vez está presente el Abad General Dom. Ambrosio Southey.
El Decreto del 8 de Diciembre de 1994 la CIVCSVA constituye a la Federación de Monjas Cistercienses de la Regular Observancia de San Bernardo en España como Congregación Monástica, aprobando y confirmando las Constituciones de la misma. El 27 de Agosto de 1995 Dom. Bernardo Olivera, Abad General, preside la Elección de la 1ª Abadesa Presidenta de la Congregación: M. Mª Jesús Fernández. Como Testigos estuvieron: Dom Benito Ramos y D. Armand Veilleux.
En esta misma fecha se aprueba el Estatuto de asociación con la O.C.S.O. Tiene como finalidad conservar mejor el patrimonio cisterciense, expresar la comunión en la misma espiritualidad, y fomentar la vida monástica cisterciense.
ESPIRITUALIDAD
El Camino Cisterciense está integrado por las siguientes etapas:
Opus Dei
“Nada se anteponga al Oficio Divino”.
En unión con la Iglesia, las cistercienses celebran la Liturgia de las Horas, ejerciendo la función sacerdotal de Cristo, ofreciendo a Dios un sacrificio de Alabanza e intercediendo por la salvación de todo el mundo.
Oración
“En cada hombre existe un lugar donde Dios lo toca y donde él mismo está en incesante contacto con Dios”.
La oración es un don de Dios, no se da por el esfuerzo o la técnica. El Espíritu Santo, que ora en la hermana incesantemente, es quien purifica su corazón para que habite siempre el Recuerdo de Dios, de los que sufren, de los pobres…
Lectio Divina
Se dedica cada día un tiempo para la lectivo divina. A ejemplo de María, escuchan, acogen, rumian, esperan con confianza, la Palabra prometida y entregada. Es fuente de oración y escuela de contemplación, de diálogo con Dios de corazón a corazón.
Trabajo
Con el trabajo se aseguran un medio de vida, se hacen solidarias con los que subsisten de su trabajo y comparten con los pobres.
Separación del mundo
No es que huyan de la tierra, de los hombres y de su realidad; más bien, gracias a esta separación, libres de toda atadura, llegan a ser más cercanas a todo hombre y mujer, hermanas de todos en una profunda comunión.
Vida cenobítica
Llevan una vida en común, bajo una Abadesa y la Regla de San Benito.
La unidad de espíritu en la caridad de Dios, el vínculo de paz en la mutua y constante caridad de todas las hermanas, comunión en el compartir todos los bienes, lo pueden vivir, gracias al Espíritu Santo que habita en cada una.
El camino de la reconciliación, del perdón mutuo, la comprensión, hace parte de su vida diaria, guiadas por el Espíritu.
Obediencia
Es el camino de imitación a Cristo, quien hizo siempre lo que el Padre quería de Él. Ayuda a abrir el corazón en estado de oración, pues, la voluntad propia levanta un muro entre los hombres y su corazón profundo. La multiplicidad de deseos saca fuera de uno mismos y quien acepta el renunciar a esta multiplicidad de deseos superficiales, se va haciendo disponible para escuchar la Voz de Dios. Coincidir con esa voluntad, amorosamente sentida en cada corazón, es en sí la oración más perfecta: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya” (Lc 22,42).
Ascesis
La ascesis es la participación en el Misterio Pascual de Jesús. La fuerza pascual de Jesús abre camino a través del cuerpo para transfigurarlo poco a poco, mediante una mortificación corporal, a su imagen y semejanza.
Los ayunos, vigilias, trabajo, pobreza, son medios que ayudan para que se dé la experiencia de la necesidad de la gracia para ser transformados.
Silencio
Se ejercitan en el silencio para hacerse todo oídos ante la Palabra de Dios, para hacerse sensibles a la Palabra interior que el Espíritu Santo no deja de proferir en nuestro corazón. La palabra ha sido dada para dar gracias y bendecir a Dios, para dar testimonio de su PALABRA. En el silencio aprenden a pronunciar lo que hayamos madurado en nuestro corazón.
Celibato
El celibato permite libera el capital afectivo que poseemos, y hacerlo disponible para el Señor Jesús, Esposo, para su Iglesia, y en primer lugar, para las hermanas que forman parte de la comunidad. Esto no se adquiere en un día, es el fruto de una larga andadura, donde la oración juega un papel muy importante. El celibato crea un vacío que pide insistentemente ser colmado por un Amor más Profundo y más Universal.
Estabilidad
La permanencia estable en un lugar y en una Comunidad ayuda a profundizar, arraigar, en la experiencia de Dios. Permite, poco a poco, crecer en el arte de la caridad, instrumentos del arte espiritual, desde un sí radical, por medio de su gracia.
Apostolado
La vida monástica vivida en fidelidad, y por la secreta fecundidad apostólica que le es propia, es en sí misma una manera propia de participar en la misión de Cristo y de la Iglesia. Movidas por el celo apostólico, sirven al Pueblo de Dios, extendiendo el Reino de Dios y orando por la salvación de todos los hombres.
PARA SABER MÁS
CLARISAS – ORDEN SANTA CLARA
HISTORIA
El origen: la cuestión de las observancias
La Orden de Santa Clara o de las Hermanas Pobres de Santa Clara, cuyas monjas son conocidas como Clarisas, fue fundada por San Francisco de Asís y Santa Clara en 1212 en la iglesia de San Damián, cerca de Asís (Italia).
Como el IV Concilio de Letrán de 1215 prohibía la aprobación de nuevas Reglas, las Hermanas Pobres tuvieron que profesar la Regla de San Benito que incluía el título de abadesa y la posibilidad de poseer propiedades. Para evitar lo último, en 1216 Santa Clara obtuvo del Papa Inocencio III el “privilegio de la pobreza” para su monasterio de San Damián, por el que nadie las podía obligar a tener rentas y propiedades.
Este estilo de vida que se llevaba en San Damián se implantó en otros monasterios italianos. Por ello el Cardenal Hugolino, su protector, redactó en 1218 unos Estatutos para todos los monasterios de “Damianitas”.
En 1247 dichos Estatutos y la Regla benedictina fueron sustituidos por una nueva Regla impuesta por Inocencio IV que pronto cayó en desuso.
Santa Clara no estaba conforme con nada de lo hecho anteriormente, pues no recogían estas Reglas y Estatutos el genuino espíritu de pobreza y minoridad al que se sentían llamadas. Santa Clara redactó su propia Regla, la primera compuesta por una mujer, y dos días antes de su muerte, el 11 de agosto de 1253, Inocencio IV la aprobaba.
Esta Regla de Santa Clara fue implantada en el Monasterio de San Damián, teniendo poca repercusión en el resto.
Intentando uniformizar la Orden, en 1263 el Papa Urbano IV aprobó una nueva Regla que tenía en cuenta algunos puntos de la Regla de Santa Clara. También les impuso el nombre oficial de Orden de Santa Clara. Esta Regla de Urbano IV abolía el privilegio de la pobreza en sentido estricto y establecía el sistema de rentas y la propiedad en común como el medio normal para la subsistencia de los monasterios.
Este hecho provocó la primera división en la Orden entre Damianitas que profesaban la Regla de Santa Clara (Primera Regla) y Urbanistas, la mayoría de los monasterios, que profesaban la Regla de Urbano IV (Segunda Regla).
Con el transcurrir del tiempo, casi todos los monasterios aceptaron la propiedad en común de bienes, incluido el Protomonasterio de Santa Clara que sustituyó al de San Damián después de la muerte de la Santa. Por consiguiente, y salvo algunas excepciones, los monasterios de Clarisas seguían la Regla de Urbano IV.
A partir del s. XIV, la relajación se apoderó de muchos conventos de Franciscanos y monasterios de Clarisas.
Entre los frailes surgieron reformas (Observantes, Alcantarinos, Capuchinos…), que paralelamente afectaban a las Clarisas.
La principal reformadora de las Clarisas fue Santa Coleta de Corbie (+1447), que en 1406 puso en todo su vigor la Regla de Santa Clara y redactó unas Constituciones específicas para los monasterios que se adherían a su reforma. Estas Constituciones Coletinas fueron aprobadas en 1454 por Pío II, y sus monjas son denominadas Clarisas Coletinas o Descalzas. En 1462 esta reforma llega a España y desde entonces se expande por numerosos monasterios.
Otras reformas menores fueron las de las Clarisas Recoletas, Clarisas de la Estricta Observancia y Clarisas Descalzas Alcantarinas.
Otra reforma que adquirió relevancia fue la de las Clarisas Capuchinas llevada a cabo por la española Madre María Lorenza Llonc en 1535 en Nápoles. Ésta impuso en su monasterio la Regla de Santa Clara con todo su rigor, añadiéndole unos estatutos inspirados en las Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos. En 1587 las Clarisas Capuchinas fundan en Granada su primer monasterio.
DIFERENTES MONASTERIOS
la Orden de Santa Clara (Segunda Orden Franciscana) está formada por los diferentes monasterios de monjas enclaustradas que profesan la Regla de Santa Clara aprobada por Inocencio IV en 1253:
– Con Regla de Santa Clara y Constituciones comunes: Clarisas.
– De acuerdo a las dispensas otorgadas por Urbano IV en 1263: Clarisas Urbanistas.
– Conforme a las Constituciones redactadas por Santa Coleta: Clarisas Coletinas o Descalzas.
– Conforme a la tradición capuchina: Clarisas Capuchinas.
Actualmente, y por impulso del Concilio Vaticano II que invitó a los Institutos Religiosos a regresar a las fuentes, la mayoría de los monasterios de Clarisas profesan la Regla de Santa Clara y unas Constituciones comunes que la interpretan. Se denominan simplemente Clarisas y son la mayoría.
No obstante, siguen existiendo las ramas de Urbanistas y Coletinas, aunque las diferencias reales entre todas ellas son mínimas. Por ejemplo, en 1953, a tenor de una encuesta se dio el resultado de que la mayoría de los monasterios de Clarisas españoles profesaban la Regla de Urbano IV, y hoy en día la situación ha cambiado, ya que muchos se mudaron a la observancia de la Regla de Santa Clara sin más.
Donde sí pueden percibirse diferencias, desde la vivencia de la pobreza, la cuestión del hábito, la guarda de la clausura, o el cuidado de la liturgia, es en cada monasterio en sí, sea cual sea la rama a la que pertenece. Cada monasterio es diferente, cada comunidad concreta es diferente.
ESTADÍSTICAS
Se estima que en el mundo hay 892 monasterios (617 en Europa, 198 en América, 74 en Asia, 42 en África y 5 en Oceanía) de la Orden de Santa Clara:
– Clarisas: 566 monasterios y 8960 monjas.
– Clarisas Urbanistas: 88 monasterios y 1200 monjas.
– Clarisas Coletinas o Descalzas: 61 monasterios y 750 monjas.
– Clarisas Capuchinas: 157 monasterios y 2300 monjas.
FORMA DE VIDA
La contemplación es el corazón de la vida de la hermana clarisa; a través de ella se unen también al corazón de todos los hombres, a quienes encomendamos al Señor en sus penas y alegrías.
La Santa Misa es el centro de su jornada monástica, y a lo largo del día se unen a la oración de toda la Iglesia con las alabanzas del Oficio Divino (Oficio de Lecturas, Laudes, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas).
Con el Santo Rosario oran a la Virgen Madre y con Ella, siempre al pie de la Cruz de su Hijo y Esposo Nuestro.
La oración mental alimenta sus almas en la unión con Dios, y con la Adoración de su Cuerpo y Sangre testimonian su fe en su Presencia Real y le agradecen el don de sí mismo para que vivan en Él.
La fraternidad evangélica es para San Francisco y Santa Clara uno de los ejes entorno al que gira la vida de la clarisa. Esta fraternidad parte de una experiencia de fe: “cuando el Señor me dio Hermanos”, dirá San Francisco en su Testamento; “juntamente con las pocas Hermanas que el Señor me había dado a raíz de mi conversión”, dice en su Testamento Santa Clara.
Siguiendo el ejemplo de nuestros Santos Padres Francisco y Clara, el “privilegio de la pobreza”, el “vivir sin nada propio”, es para la calrisa la prueba de su fe y de la autenticidad de su compromiso con el Señor. En la pobreza auténtica experimentan hasta qué punto son amadas y custodiadas por un Padre espléndido y misericordioso. Es una forma de amar a Quien las amó primero, dejándose en sus manos providentes; es una confianza radical en la fidelidad y amor de Dios para con ellas, teniendo en cuenta que no hay verdadera pobreza sin humildad, sin minoridad y sin asumir la humillación que puede venir de los otros y del mundo.
La vida de penitencia virginal y esponsal es para nosotras una vida de continua conversión evangélica, como experiencia del amor a Dios y a los hermanos. Nuestra vida es una contemplación de las profundidades del Amor Trinitario, a través del cual se aprende el amor a Cristo, el amor entre las mismas Hermanas y el amor hacia todos los hombres y mujeres del mundo.
El trabajo era considerado por San Francisco y Santa Clara consideraron como un don de Dios y lo llamaron “gracia”, por lo que las clarisas realizan diversos trabajos dentro de los monasterios para su sostén, tales como: elaboración de formas, bordado y costura de ornamentos litúrgicos, encuadernación, elaboración de pastas y dulces artesanos, trabajos de marquetería, lavado y planchado de ropa, etc. Cada monasterio se especializa en una o varias de estas tareas u otras.
La clausura de Santa Clara y de sus hijas nace del deseo de amar sin reservas a Aquél que se nos ha dado totalmente por amor. Se retiran al claustro para formar una fraternidad de Hermanas en la que Dios se hace presente como Padre, y el Señor Jesús como Esposo. En este contexto, el silencio y la clausura papal son medios para la escucha de la voz del Amado y para el encuentro con Él.
Escondidas a los ojos del mundo, oran por los hombres, por el apostolado de sus Hermanos Menores y por toda la Iglesia.
Salen de la clausura por necesidades tales como la asistencia médica, la asistencia a las reuniones federales o a cursos de formación, o para votar en las elecciones democráticas. Consideran la clausura no como un fin sino como un medio para guardar mejor su forma de vida.
SER CLARISA
La Iglesia establece un tiempo de discernimiento gradual, denominado etapa de formación inicial, antes de que la mujer cristiana profese los votos solemnes en la Orden de Santa Clara. Es un margen de tiempo suficiente para conocer a fondo el carisma clareano y la obligación que lleva consigo la vocación de clarisa: un tiempo de conocimiento con la Comunidad, un año de postulantado, dos años de noviciado y tres años de juniorado.
Estos primeros años son tiempo de formación. Es asignada una Hermana Maestra que ayuda a las formandas a madurar la elección libre de entrar en la Orden. A este objetivo final están ligados otros elementos: la comprobación, por parte de la formanda y de la Comunidad, de la autenticidad de la llamada; y la maduración a una nueva disposición de ánimo, en ruptura con su precedente condición de vida.
Tras un tiempo de conocimiento y aproximación a la Comunidad, el postulantado comienza cuando la joven, mediante una solicitud explícita, llama a la puerta del monasterio, aceptando las exigencias de un periodo de contacto interno más estrecho con la Comunidad. Acaba cuando pasado el tiempo de maduración establecido por la Orden, como ya se ha dicho de un año, la candidata manifiesta la libre y clara decisión de iniciar su noviciado.
Para ello la Comunidad habrá verificado con los hechos de la joven su capacidad de ruptura con relación al estilo precedente de vida, pero sin exigirle aún que sea capaz de satisfacer todas las exigencias de la vida monástica.
El noviciado comienza con la toma del santo hábito, y la recepción de un nuevo nombre religioso (según los monasterios). Durante el mismo, la Maestra ayudará a la novicia a ver su realidad personal y a descubrir sus verdaderas motivaciones y aspiraciones, orientándola, a través de un proyecto de maduración humana y religiosa, hacia una opción libre y responsable. Los contenidos de esta formación se estructuran en cuatro áreas: espiritual, psicológica, humana y afectiva.
Alcanzada esta formación optará con el beneplácito de toda la Comunidad a profesar los votos temporales. Tres años después será aceptada, Dios mediante, a la profesión solemne o perpetua.
FEDERACIONES
Las clarisas se agrupan en España las siguientes Federaciones:
Federación de Nuestra Señora de Aránzazu (de Cantabria)
Provincias: Burgos, Cantabria, Valladolid, Soria, La Rioja, Navarra, Bizkaia, Álava, Gipuzkoa, Zaragoza, Madrid.
Federación del Sagrado Corazón de Jesús (de Santiago)
Provincias: Palencia, Salamanca, Zamora, León, Coruña, Lugo, Pontevedra, Orense, Asturias, Huesca.
Federación de la Inmaculada Concepción (de Valencia, Aragón y Baleares)
Provincias: Valencia, Alicante, Castellón, Zaragoza, Huesca, Teruel, Mallorca, Gerona.
Federación de Nuestra Señora de Regla (de Granada)
Provincias: Granada, Jaén, Málaga, Sevilla, Cádiz.
Federación de Nuestra Señora de Loreto (Bética)
Provincias: Cáceres, Badajoz, Córdoba, Sevilla, Tenerife.
Federación de San Gregorio Magno (de Castilla)
Provincias: Madrid, Ávila, Segovia, Toledo, Guadalajara, Ciudad Real.
Federación del Inmaculado Corazón (de Cartagena-Murcia)
Provincias: Murcia, Alicante, Granada, Almería, Albacete, Cuenca.
Federación de la Inmaculada Concepción (de Cataluña, Castellón y Menorca)
Provincias: Gerona, Barcelona, Tarragona, Castellón, Menorca.
PARA SABER MÁS
CLARISAS CAPUCHINAS
HISTORIA
La Fundación de las Hnas. Clarisas Capuchinas hay que remontarla a la Edad Media y más concretamente al año 1212.
En esos días Clara de Asís, amiga y compañera en el seguimiento de Jesucristo de Francisco de Asís, junto a algunas jóvenes de su entorno, funda la II Orden, más conocida como “Hermanas pobres de Santa Clara”, pero no es hasta 1535, cuando los movimientos de reforma de Franciscanos y Clarisas, dan lugar a los Capuchinos y Capuchinas en Italia.
María Lorenza Longo, (1436 –1542), es una noble catalana que, afincada en Nápoles y convertida al Señor a sus 47 años, ingresó en la Orden Tercera Franciscana. Fundó un hospital en Nápoles en 1519, el famoso hospital de los incurables.
En 1530 entró en contacto con los Capuchinos llegados a esta ciudad Y Comenzó a madurar la idea de crear un Monasterio de Monjas bajo la regla de Santa Clara; las monjas serían admitidas sin dote, vivirían en clausura y María Lorenza sería la abadesa.
En 1535, el papa Pablo III aprueba la Orden y en 1555 Pablo IV autoriza a que se viva bajo la Regla de Santa Clara, por lo que prescinden de las rentas y viven del propio trabajo y de limosnas como los Capuchinos.
El primer monasterio de Clarisas Capuchinas fundado fuera de Italia es el de Granada que fue erigido en 1588, en virtud de una bula de Sixto V del 13 de septiembre de 1587. Pero el Monasterio de Jesús María de Capuchinas Mínimas del Desierto de Penitencia, o de la Presentación de Granada, conocido como San Antón, tendrá que esperar 36 años para conseguir que sus religiosas profesen formalmente como Capuchinas.
Una historia de muchas luchas y sufrimientos de la granadina Lucía de Ureña, que debe ir a pie en dos ocasiones a Roma para solicitar la bula de fundación de est
e Monasterio. Su objetivo era institucionalizar un camino en la vida consagrada para aquellas nobles doncellas granadinas que se sentían llamadas a servir al Señor en una vida penitente pero que carecían de los recursos necesarios para sufragar los gastos de la dote.
Después de muchos avatares, en la actualidad, más de 425 años, el carisma de las Clarisas Capuchinas pervive en Granada.
Actualmente integran a comunidad 31 hermanas que como Clara, Lorenza, Lucía y tantas fundadoras nuestras quieren mantener viva la llama de la oración en el centro de la ciudad, siendo colaboradoras de Dios y sostenedoras de los miembros vacilantes y débiles del Cuerpo místico.
PARA SABER MÁS
http://www.monjascapuchinas.org/
Constituciones de las monjas capuchinas
CONCEPCIONISTAS FRANCISCANAS
HISTORIA
La dama portuguesa Santa Beatriz Meneses da Silva (+ 1492) era hermana del beato Amadeo, confesor de Sixto IV y fundador en Italia de la reforma franciscana de los Amadeítas.
A mediados del siglo XV abandonó la vida de corte y se retiró al monasterio de Santo Domingo el Viejo, de Toledo.
En 1484, con unas amigas, funda un monasterio dedicado a la Inmaculada Concepción en unas casas ofrecidas por la reina Isabel la Católica. Al principio era una austera comunidad cisterciense, con hábito blanco, cordón franciscano y manto celeste, con la imagen de la Inmaculada en el escapulario y en el manto.
Beatriz, que mantenía buenas relaciones con el Vicario provincial y otros frailes de la Observancia castellana, murió en 1490, sin haber consolidado su fundación.
Hubo disensiones entre sus compañeras y acabaron agregándose a las benedictinas de San Pedro de las Dueñas, de Toledo.
Alejandro VI, con la bula “supernae providentia” del 19 de agosto de 1494, declaró extinguida la Orden del Cister en el monasterio, ordenando que en adelante se siguiese la Regla de Santa Clara, conservando el hábito blanco con capa azul, el oficio divino y demás rezos, según lo dispuesto por Inocencio VIII.
El monasterio podrá fundar otros monasterios, que gozarán de los privilegios del de Tordesillas y las religiosas dependerán directamente de los franciscanos.
Promotora de todo esto, según la bula, es Isabel la Católica, muy devota al misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Con el traslado a San Pedro de las Dueñas aumentaron las discordias, pues a ninguno de los dos grupos agradaba el nuevo régimen.
En 1500, una vez más tuvieron que intervenir los frailes observantes para salvarlas de la ruina. En 1505, Cisneros, ya arzobispo de Toledo, ordenó su traslado al convento de San Francisco de Toledo, recién arrebatado a los conventuales, y obtuvo la confirmación del papa Julio II, con la bula “Pastoralis officii” el 19 de febrero de 1505. Con su ayuda y con la protección de la Reina Isabel, la nueva familia franciscana se difundió con extrema rapidez.
Muchos eclesiásticos y seglares se ofrecían a fundar conventos. El 14 de julio de 1508, el custodio observante de Murcia obtenía del papa el paso a su jurisdicción de los conventos concepcionistas fundados en su demarcación. Con semejante entusiasmo se propagó la nueva fundación por la dilatada provincia castellana.
Directa o indirectamente, Cisneros intervino en la fundación de Torrijos, Maqueda, Talavera, Escalona, Oropesa, Puebla de Montalbán, Ciudad Real, Guadalajara, Escariche, Pastrana, Fuentelencina y Madrid.
Por iniciativa de otros surgieron los de León, Cuenca, Olmedo, Usagre, Granada, Almería, Guadix, Carmona, Sevilla, San Juan de la Palma, Calahorra, Puerto de Santa María, Valladolid, Cabeza de Buey, Villasana, Priego, Pedroche, Daroca, etc.
Las concepcionistas se constituyeron en Orden el 17 de septiembre de 1511 (“Ad statum prosperum”), cuando Julio II, a instancias del rey don Fernando, les aprobó una regla propia, que no era sino la de santa Clara, con el privilegio de poseer en común y ciertas mitigaciones en los ayunos, a la vez que se establecía una clausura férrea y se hacía hincapié en la naturaleza contemplativa de la nueva orden.
El texto de la regla y de las primeras constituciones (1514) fue redactado por fray Francisco de los Ángeles Quiñones, vicario provincial de Castilla y futuro ministro general de la Orden, ayudado por Cisneros. Características principales son: pobreza en común, hábito blanco con capa azul, clausura perpetua, dependencia de los franciscanos de la Observancia, con quienes tendrían en común un mismo cardenal protector. En 1520 León X les hizo extensibles todos los privilegios de las Clarisas.
La nueva Orden se extendió rápidamente por España y Europa, y luego por los países de América, con una vitalidad sorprendente. Entre las santas y beatas concepcionistas destaca la venerable sor María de Jesús de Ágreda (+ 1665), consejera de Felipe IV, que mantuvo con ella correspondencia secreta durante 22 años. Su obra más conocida es la “Mística ciudad de Dios”, donde relata la vida de la Virgen María, centrándose principalmente en la vida interior y mística de la Madre de Cristo.
A las concepcionistas no les faltó su reforma, las Concepcionistas Descalzas, por obra de sor María de San Pablo, fundadora en Madrid, en 1604, del famoso monasterio de las Descalzas Reales.
Actualmente la Orden cuenta con 165 monasterios, la mitad de los cuales, 85, están en España, agrupados en 7 federaciones. También están presentes en Argentina, Bélgica, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guinea Ecuatorial, México, Perú y Portugal.
CARISMA
Las Concepcionistas son monjas de estricta clausura (clausura papal), dedicadas a la oración contemplativa.
Su hábito consta de una túnica y escapulario blancos, toca, medallón en el pecho con la imagen de la Madre de Dios comúnmente, velo negro y capa azul.
Los ejes de su vida son la oración, el trabajo en fraternidad. Por eso la concepcionista hace de su vida una ofrenda con Cristo, por la humanidad desde nuestro trabajo y servicio fraterno. Esta oblación, lleva consigo la alabanza de Dios y la experiencia de su cercanía amorosa. A la vida contemplativa pertenece el descubrimiento de esta cercanía de Dios y de su Hijo Jesucristo Resucitado.
Lo principal es practicar la contemplación del misterio de Jesucristo, percibir en Él el resplandor de la Inmaculada Concepción y dejarse seducir, al igual que Maria, por el clamor con Jesucristo.
La Concepcionista procura vivir el Evangelio de Jesucristo que es el núcleo y el fin de su vida, y esto desde el misterio de la Inmaculada Concepción. Una hermana, no es concepcionista sin la Iglesia, pero con ella lo es enteramente. Por eso se sitúa totalmente en la Iglesia a través de la Inmaculada Concepción. Este Misterio se entiende precisamente por la Inmaculada, porque de ella nació la Iglesia en Jesucristo.
El honor de la Inmaculada Concepción es el tenor de vida de las concepcionistas. Sin embargo ellas saben que este honor de María, no es otra cosa que el reflejo de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo (2Cor 4, 6) Esta idea fundamental viene de Santa Beatriz de Silva y resplandece también en ella.
Por una parte consagran su vida, siempre como donación ofrecida únicamente al Señor. Se afirma nítidamente que ésta se realiza por medio del desposorio con Cristo, a honra de la Concepción Inmaculada, que es obra de Cristo.
Por otra parte se trata de una profesión, es decir, de una confesión pública de Jesucristo por medio de los consejos evangélicos:
• Siguen únicamente a Cristo (pobreza)
• Permanecen únicamente con Cristo. (castidad)
• Se dejan conducir únicamente por Cristo (obediencia)
• El otro voto que realizan las concepcionistas es el de clausura.
Cuando se trata el tema de la clausura, en el contexto de los votos, no se hace únicamente como voto que hacen las concepcionistas, sino que se considera la clausura como profundamente unida al espíritu de la Concepción, la clausura como seno materno común, y al mismo tiempo, como seno materno del alma de cada una de las hermanas en el que se realiza la Concepción. La clausura prepara para la Concepción (espiritual) y en la clausura se realiza la Concepción.
La clausura parece una separación, pero en realidad es un lugar de comunión más profunda con el mundo.
La vida en Comunidad es expresión de la vida con Jesucristo, y es al mismo tiempo como una certificación del desposorio con Él. Para que sea posible permanecer más cerca del Señor, las concepcionistas viven en clausura. El sentido profundo de la clausura es estar con el Señor.
La contemplación como mirada amorosa, conduce a la percepción de los misterios de Jesucristo y a su realización en su propia vida, imitando las actitudes de María:
• Permanecer silenciosa ante los hechos y palabras de Jesucristo.
• Meditar la vida y las palabras de Jesucristo en el corazón.
• Confianza en que Jesucristo va a obrar en cada una lo que Él quiera en cada momento, si se le es fiel. Para ello se necesitan las actitudes de oración, disponibilidad, ocultamiento silencioso.
• Procurar que la vida sea un continuo canto de alabanza, lleno de esperanza y de confianza, por nuestra Sociedad, a través de la oración Litúrgica, en nombre de todos los hombres.
La contemplación es el apostolado propio de la concepcionista.
LITURGIA y FORMACIÓN
“El principal deber de la concepcionista es la contemplación de las cosas divinas y la unión con Dios mediante la oración y el amor”
Las Concepcionistas celebran la Liturgia de las Horas Completa, cantada y acompañada por el órgano en su totalidad los días solemnes y festivos, los demás días se solemnizan las vísperas solamente, por ser el Coro poco nutrido.
Se valen de moniciones y oraciones sálmicas para profundizar en el conocimiento de los salmos.
En la Eucaristía también cantan todos los días.
Hacen dos horas de oración personal diaria, las visitas al Santísimo, Lectura espiritual o lectio divina después de nona, etc.
Las hermanas cultivan la formación permanente, tanto técnica como espiritual, por medio de cursillos, conferencias, medios de Comunicación social, etc.
Hay lugar para la distensión y recreación, días de fiesta y momentos de recreación en los que se fomenta la comunicación mutua y alegría, fruto de la satisfacción que produce el dedicar la vida al Señor y desde Él a los hermanos los hombres de toda raza, lengua y religión.
ORCIÓN Y TRABAJO
Los ejes de la vida de la Concepcionista son la oración y el trabajo en fraternidad.
Por el trabajo, participa la concepcionista en la preocupación por el sustento de la propia comunidad.
Este trabajo lo realizan en común y en comunión.
PARA SABER MÁS
DOMINICAS CONTEMPLATIVAS
HISTORIA
En 1206 Santo Domingo reunió a algunas jóvenes mujeres que él había convertido y había rescatado de los cátaros en la comunidad de la iglesia de Santa. María de Prouilhe.
Esta primera fundación de hermanas contemplativas dominicas todavía atrae a mujeres para vivir como Jordán de Sajonia describe en el siglo trece: “estas servidoras de Dios siguen ofreciendo una adoración agradable a su Creador, en la santidad de su vida y en la pureza de su candor – una vida que es conducente a la salvación para ellas, un ejemplo para los otros, una alegría para los ángeles, y un goce para Dios.”
El padre Chenu solía decir que hay dos puertas a través de las cuales una persona se incorpora la Orden: la llamada a la vida contemplativa y la llamada a la vida apostólica. Esto es verdad incluso para las monjas.
Algunas eligen el monasterio para orar, en busca de la pureza de corazón y centrándose totalmente en el misterio de Dios. A medida que siguen el camino de Santo Domingo, experimentan la misericordia y la capacidad de intercesión de Dios hacía su pueblo amado.
Otras desean servir a sus prójimos, hombres y mujeres, conduciéndoles a los senderos de la fe. Descubren que uno de los mejores medios de llevar a cabo este ideal es ofrecerse totalmente mediante la oración y el silencio, y no a través de cualquier trabajo, sólo el “trabajo” de “creer en Aquel al que el Padre ha enviado.”
La vocación de las monjas las coloca en el corazón de la Orden. Este fue el deseo de Santo Domingo para acentuar de manera especial la gracia de la contemplación, que es la misma fuente de la vida apostólica itinerante que el inició. Solidariamente con la misión de sus hermanos de predicación y con la familia dominicana, las monjas, mediante su oración, acompañan “la Palabra que no vuelve a Dios sino tras lograr aquello para lo que fue enviada.”
Esta contemplación tiene su raíz en el silencio y en la oración litúrgica, en el día a día vivido en común, pero también en la meditación y el estudio asiduo de la Palabra de Dios. Algunos monasterios dominicos están directamente bajo la dirección del Maestro de la Orden, otros están bajo la dirección de una Provincia, y otros bajo un obispo local.
LA VIDA CONTEMPLATIVA DOMINICANA
La vida contemplativa dominicana, surge por iniciativa de Santo Domingo de Guzmán, fruto de su corazón orante, quien en el año 1206 reúne en el Monasterio de Sta. María de Prulla a un grupo de mujeres conversas, cuyo deseo es ser “una con Cristo”, dedicándose enteramente a la oración y la penitencia. Es así como Domingo asienta su Orden sobre el pilar de la contemplación.
Las monjas fueron el primer signo de la misión que Santo Domingo quería dar a la Orden Dominicana. Sabía que quien ha recibido la gracia de silenciarse en lo profundo de su ser para dejar que el espíritu clame y hable, a la vez que alaba al Señor, evangeliza con la sencillez de la oración.
Establecía sus “casas de predicación” en la ciudad porque “la luz es para compartirla”.
Convencido de la necesidad y del poder de la oración, confió a las monjas el objetivo de evangelizar desde sus monasterios. Las exhortaba a una vida santa llevando un estilo de vida distinto al que la gente de aquella época estaba acostumbrada a ver en la Iglesia, dando así un fuerte testimonio del seguimiento de Cristo y les enseñaba a hablar a Dios de los hombres para que ellas pudiesen hablar a los hombres de Dios.
Las invitaba a ser Luz del mundo y Sal de la tierra. No solo rezar, sino también que nuestros monasterios sean corazones acogedores de los sufrimientos y alegrías de aquellos que atraviesan sus puertas.
ESPIRITUALIDAD
La Orden de Predicadores supuso, en el momento histórico de su fundación por Santo Domingo de Guzmán, una novedad radical, una ruptura con la tradición monacal de la Iglesia.
Los nuevos “frailes predicadores” nacen para predicación de la palabra de Dios y la salvación de las almas. Desde el principio son enviados a todos los hombres, grupos y pueblos, a los creyentes y no creyentes y, sobre todo, a los pobres.
Este objetivo esencial determinará el cuadro de valores que configuran la vida y el carisma de los predicadores. Ya el Papa Honorio III expresó el ideal de la Orden escribiendo a Domingo estas palabras: “Aquel que incesantemente fecunda la Iglesia con nuevos hijos, queriendo asemejar los tiempos actuales a los primitivos y propagar la fe católica, os inspiró el piadoso propósito de abrazar la pobreza y profesar la vida regular para consagraros a la predicación de la palabra de Dios, propagando por el mundo el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (carta a Santo Domingo de fecha 18 de enero de 1221).
En 1206 Santo Domingo reunió a algunas jóvenes mujeres que él había convertido y había rescatado de los cátaros en la comunidad de la iglesia de Santa María de Prouilhe. Esta primera fundación de hermanas contemplativas dominicas todavía atrae a mujeres para vivir como Jordán de Sajonia describe en el siglo trece: “estas servidoras de Dios siguen ofreciendo una adoración agradable a su Creador, en la santidad de su vida y en la pureza de su candor – una vida que es conducente a la salvación para ellas, un ejemplo para los otros, una alegría para los ángeles, y un goce para Dios.”
La vocación de las monjas las coloca en el corazón de la Orden. Este fue el deseo de Santo Domingo para acentuar de manera especial la gracia de la contemplación, que es la misma fuente de la vida apostólica itinerante que el inició. Solidariamente con la misión de sus hermanos de predicación y con la familia dominicana, las monjas, mediante su oración, acompañan “la Palabra que no vuelve a Dios sino tras lograr aquello para lo que fue enviada.”
Esta contemplación tiene su raíz en el silencio y en la oración litúrgica, en el día a día vivido en común, pero también en la meditación y el estudio asiduo de la Palabra de Dios.
Algunos monasterios dominicos están directamente bajo la dirección del Maestro de la Orden, otros están bajo la dirección de una Provincia, y otros bajo un obispo local.
Contemplación y evangelización
En estas dos palabras se puede sintetizar el carisma de los miembros de la Orden de Predicadores.
La contemplación desde el estudio de la verdad: Dios es la luz y fuente del estudio de los dominicos que, atentos a la tradición viva de la Iglesia, dialogan con los sabios y vive abierto a todos los problemas contemporáneos.
La misión de las monjas dominicas es: “Buscar a Jesucristo en el silencio, pensar en él e invocarlo, de tal manera que la palabra que sale de la boca de Dios no vuelva a El vacía, sino que fructifique en aquellos a quienes ha sido enviada”.
Anuncian el Evangelio de Dios con el ejemplo de sus vidas. “creciendo en caridad en medio de la Iglesia, extienden el pueblo de Dios con misteriosa fecundidad y anuncian proféticamente, con su vida escondida, que Cristo es la única bienaventuranza, al presente por la gracia y en el futuro por la gloria”.
Una monja dominica es una mujer que ama a Dios y le habla a Dios de la humanidad, alguien que eleva el clamor de tantos millones de personas hasta el trono de la gracia.
LA LITURGIA Y LA ORACIÓN PRIVADA
La contemplación de las cosas divinas se realiza primordialmente en las celebraciones litúrgicas y en la lectura divina, pero también en la oración personal privada.
Ambas formas de contemplación preparan a la misión fundamental y fundacional: la predicación del Evangelio para la salvación de los hombres por el conocimiento de Jesucristo el Señor.
La misión es “la entrega a la evangelización total de la Palabra de Dios”. Para realizarla conforme al espíritu dominicano han de buscar continuamente los “nuevos lugares de evangelización”.
LA VIDA COMÚN
“Mirando a las primeras hermanas que el Bienaventurado Domingo estableció en el Monasterio de Prulla, en el centro de su “Santa Predicación”, las monjas, viviendo unánimes en casa, imitan a Jesús, que se retiraba al desierto para orar. De esta forma son un signo de la Jerusalén celeste que los frailes construyen con su predicación. Efectivamente, las hermanas en la clausura se consagran completamente a Dios, y, al mismo tiempo, perpetúan el carisma especial que el Bienaventurado Padre Domingo tuvo para con los pecadores, los pobres y los afligidos, llevándolos en el sagrario íntimo de su compasión”
(Libro de las Constituciones de las Monjas Dominicas 35, I; Libellus de Jordán de Sajonia, 12).
Viviendo el carisma particular de Santo Domingo, en el corazón de la Iglesia, las monjas descubren que la contemplación dominicana está siempre impregnada de esta dimensión apostólica, porque el Dios que Domingo encuentra en el santuario íntimo de su compasión, es el Padre de misericordia y el Dios de compasión.
Vivir en la clausura la vida contemplativa dominicana y dedicarse completamente a Dios en el silencio, la penitencia, la oración y el amor mutuo, nunca podrá significar separarse completamente del mundo, porque comportaría descuidar la otra dimensión que honra la contemplación verdaderamente dominicana: “perpetuando aquella gracia singular que tenía el Bienaventurado Padre por los pecadores, los pobres y los afligidos, que llevaba siempre en el santuario íntimo de su compasión”.
“Por tanto, toda la vida de las monjas se ordena a conservar concordemente el recuerdo de Dios. En la celebración de la Eucaristía y del Oficio Divino, en la lectura y meditación de los libros sagrados, en la oración privada, en las vigilias y en toda su intercesión, procuren sentir lo mismo que Cristo Jesús. En la quietud y en el silencio, busquen asiduamente el rostro del Señor y no dejen de interpelar al Dios de nuestra salvación para que todos los hombres se salven. Den gracias a Dios Padre que las llamó de las tinieblas a su luz admirable. Fijen en su corazón a Cristo, que por todos nosotros fue fijado en la Cruz. Practicando todo esto son realmente monjas de la Orden de Predicadores” (LCM 74, 4).
EL ESTUDIO
“Porque el estudio, parte genuina de la observancia de la Orden, recomendado ciertamente por el bienaventurado Domingo a las primeras hermanas, no sólo nutre la contemplación, sino que favorece el cumplimiento de los consejos evangélicos”.
El estudio y la contemplación tienden a un único fin: el conocimiento del Dios revelado en y por Jesucristo, presente en el mundo de hoy y en lo profundo de nuestro corazón. En este conocimiento, o más bien familiaridad, no se puede progresar sin el estudio.
Sin duda alguna, el estudio forma parte de los valores y elementos fundamentales de los cuales está constituida la vida dominicana. El fin del estudio no es la erudición, sino una vida más conforme al Evangelio.
El estudio y la contemplación, como también la predicación, son expresiones diversas pero complementarias, de una sola e idéntica pasión: con todas las fuerzas creadoras confiadas a cada uno, con la inteligencia y el corazón, nos esforzamos en comprender. Y deseamos comprender para amar en verdad.
EL TRABAJO
En la vida contemplativa oración y trabajo van a la par. Así, en el horario de cualquier monasterio nos encontramos con el mismo número de horas que se dedican a estos dos quehaceres, siendo aproximadamente de unas seis horas para la oración y otras tantas para el trabajo, distribuyéndose la oración a lo largo de toda la jornada, desde el amanecer hasta la hora de Completas y el trabajo en jornada de mañana y tarde.
Se puede decir que el lema benedictino Ora et Labora se vive en todas las órdenes religiosas.
Pero el trabajo en una comunidad monástica no es una carga, sino una respuesta a la consagración, es un medio de equilibrio para conservar la salud de alma y cuerpo y de esta manera cooperamos a la obra del Redentor.
El trabajo está subordinado a la contemplación y a todos los elementos que están más directamente dirigidos a ella, como son: liturgia, oración personal, lectura divina, estudio.
Sin olvidar la ascesis, por el esfuerzo que conlleva, y la pobreza que las hacen solidarias de la suerte de tantos hombres, sobre todo de los pobres.
Las características del trabajo dominicano son:
– Está subordinado a la contemplación.
– Comprende toda actividad, sea manual o intelectual; lo que también es reconocer los dones y ponerlos al servicio del bien común: “nos hace ejercitar las virtudes prácticas” (Sto. Tomás).
– Mantiene la salud del alma y del cuerpo y esto favorece el equilibrio.
– Debe permitir que la Palabra de Dios habite abundantemente en el Monasterio.
EL SILENCIO
El silencio en la Orden desde el principio es uno de los medios esenciales para vivir la vida de contemplación.
Es el silencio la defensa de toda observancia y contribuye de manera especial a la paz y a la contemplación.
El objetivo del silencio es para encontrarse con Dios y a la vez facilita el encuentro con si mismo.
ORACIÓN
La oración es un acto esencialmente religioso por el que se rinde a Dios verdadero culto, equivale a una profesión de fe, de adhesión, de unión a la persona de Cristo. Donde no hay fe no hay oración. La fe es la fuente de la oración, es también intérprete de la esperanza; se pide con devoción y ahinco lo que se quiere conseguir.
Es la oración de toda la Familia Dominicana: monjas contemplativas, frailes, religiosas, seglares, movimientos juveniles… todos en camino con Santo Domingo para hacer realidad aquellas palabras del Maestro: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todas las gentes”
LITURGIA
Si la Eucaristía es el corazón de la vida de las monjas, la Liturgia de las Horas, es como el pulso rítmico del cual depende todo lo demás.
las monjas se reúnen por la mañana para orar a Dios ya desde el inicio de un nuevo día, símbolo del renacimiento de la creación, de la luz y de la vida.
Igualmente, por la tarde se reúnen de nuevo para agradecer a Dios el día que está terminando con sus oportunidades, sus logros y fallos.
Estas dos horas litúrgicas, la oración de la mañana y de la tarde, Laudes y Vísperas, son el doble quicio, sobre los que gira toda la liturgia.
Durante el curso de la jornada, las monjas se reúnen otras tres veces, en las horas llamadas menores, para reclamar la presencia amorosa de Dios y para invocar su bendición en el transcurso del tiempo: a media mañana, a mediodía y a media tarde, lo que recuerda la antigua costumbre hebrea y primitiva cristiana de la oración de las nueve, las doce y las tres.
Además, durante el día o, según la tradición monástica, durante la noche, se celebra el Oficio de Lecturas, que incluye pasajes de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia.
También la oración de la noche, Completas, se recita en común antes que las monjas se entreguen al descanso nocturno, y lo más hermoso, culmina con el canto de la Salve, y el O lumen, porque toda la Orden se pone bajo el manto de María y la protección de Santo Domingo.
Por ser la Liturgia de las Horas la oración oficial de la Iglesia, las monjas, al celebrarla, están unidas no solo mutuamente, sino con el pueblo de Dios entero, en el cielo y en la Tierra.
PARA SABER MÁS
ESCLAVAS DEL SANTÍSIMO Y DE LA INMACULADA
HISTORIA
Los fundadores son la Rvda. M. María Rosario del Espíritu Santo Lucas Burgos, que nació en Almería el 27 de febrero de 1909 y murió santamente en Córdoba el 5 de enero de 1960 y el Rvdo. P. José Antonio de Aldama y Pruaño, S.J. que nació en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), el 9 de julio de 1903 y murió santamente en Granada el 23 de marzo de 1980.
El Instituto nació el 24 de diciembre del 1943 en Málaga día en el que las cuatro primeras Esclavas asistieron a la Misa del Gallo retirándose después a una casita que habían preparado a tomar un chocolatillo.
Nació por el ardiente deseo de que el Señor Sacramentado no estuviese nunca solo; deseo que el mismo Señor inspiró en los fundadores cuando todavía no se conocían… “Mis delicias es estar con los hijos de los hombres”. La Madre empezó la Obra, mientras el Padre suplicaba insistentemente al Señor, suscitase en su Iglesia una Congregación que llevase a cabo ese deseo de su corazón.
Se conocieron en los albores del Instituto, cuando empezaban los momentos azarosos. El Padre fue enviado al Instituto por sus superiores redactando las Constituciones y el Directorio Espiritual.
Inicialmente fue establecida como Pía Unión en Málaga, el 24 de febrero de 1944; posteriormente se trasladada a Granada siendo aprobada el 15 de septiembre de 1948 como Congregación de Derecho Diocesano.
El 7 de octubre del mismo año hacen votos perpetuos las primeras profesas.
Recibe la aprobación Pontificia el 31 de mayo de 1989.
CARISMA
Las religiosas Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada, han nacido en estos tiempos lanzados hacia un exterior materialista, para dar ante el mundo un testimonio vivo de fe en la Sagrada Eucaristía.
Tienen como ideal, imitar en su vida interior y exterior la vida que lleva Jesús en el Santísimo Sacramento, ofreciéndose en oblación de amor, estrechamente unidas a la Víctima Sagrada del Altar, para la mayor gloria de su Eterno Padre (Constituciones).
Con la celebración diaria de la Liturgia de las Horas, participan las Esclavas pública y oficialmente en la oración y en la alabanza del Corazón de Jesús al Padre.
Cada religiosa tiene ante el Santísimo dos horas de adoración: una durante el día y otra durante la noche. A esta última se le da un matiz especial de reparación.
¡Estar con Jesús! es el anhelo de toda Esclava del Santísimo.
Es también el espíritu del Instituto esencialmente mariano, viviendo cada día con mayor verdad y plenitud su consagración de Esclavas de María Inmaculada, e inspirándose para ello en los sentimientos del Corazón virginal de la que se llamó a sí misma la Esclava del Señor.
La Congregación está puesta bajo la protección de la Santísima Virgen en el misterio de su Concepción Inmaculada; la ilusión de su imitación llena sus vidas.
VIDA CONTEMPLATIVA
La vocación contemplativa se centra en la adoración, la alabanza y la reparación al Santísimo Sacramento del Altar, estando solemnemente expuesto día y noche en sus Iglesias.
A la queja de Jesús a los Apóstoles en el huerto: «¿No habéis podido velar una hora conmigo?», quiere responder el Instituto, cumpliendo esa misión esencial que la Iglesia tiene en la tierra, de orar, adorar, alabar y reparar. Misión que cumple en unión de Jesucristo, su Cabeza y su Esposo, que es el gran intercesor ante el Padre, al que alaba sin cesar, intercediendo constantemente por el mundo entero.
En sus adoraciones, las religiosas, mirando como suyos los intereses todos del Corazón de Jesús, abren sus corazones a las necesidades de la Iglesia, en una expansión de su amor.
Esta oración de intercesión por las necesidades de todos los hombres, es una misión muy especial de la vida contemplativa en la Iglesia. Aquí se despliega su espíritu apostólico.
TRABAJO
Conforme a la tradición sagrada de la vida religiosa, alternan la oración con el trabajo, tomándolo no sólo como ley natural impuesta por Dios, sino también como ejercicio de penitencia y deber de justicia con el Instituto (Const.)
Dedican su trabajo manual a toda clase de labores destinadas al culto divino.
SILENCIO Y CLAUSURA
La vida contemplativa se cultiva dentro de un ambiente, de un clima de silencio y recogimiento necesario para la vida de oración y trato con Dios.
Este ambiente da a la casa religiosa el clima ideal para la vida de oración; que, eso es precisamente la contemplación, una vida, no unos ratos de oración.
Una vida hecha minuto a minuto oración, por la elevación de la mente y del corazón al Señor.
Trabajan solitarias en las celdas, o en los oficios que la obediencia señala.
Profesan vida de clausura, según sus Constituciones, teniendo rejas en el locutorio; sin embargo, las visitas de padres y familiares más próximos se realizan fuera de la reja. En la Iglesia también hay rejas que las separan de los fieles.
Siguiendo las enseñanzas del santo Evangelio y las santas tradiciones de la Iglesia, profesan una vida de pobreza, austeridad, soledad y silencio.
ORGANIZACIÓN
La organización semejante a las Congregaciones modernas. La Congregación se rige por una Superiora General.
Las Casas de formación son comunes y las religiosas son Destinadas indistintamente a la casa que le designa la obediencia.
PARA SABER MÁS
FRANCISCANAS DE LA TERCERA ORDEN
ORIGEN
La Tercera Orden Franciscana fue fundada por S. Francisco en 1221 como una verdadera orden religiosa seglar, pero, ya desde el principio, el deseo de mayor perfección evangélica llevó a algunos hermanos y hermanas a optar por la vida solitaria o eremítica, y a otros, a asociarse en obras de piedad y de caridad, viviendo en común, primero libre y espontáneamente y luego, por necesidad de organización, en estructuras cada vez más estables y reglamentadas.
Estos grupos, nacidos y gestionados autónomamente en varias naciones y, a menudo, en ámbitos regionales más restringidos, a un cierto momento sintieron la necesidad de reunirse en Congregaciones.
Tales congregaciones nacionales recibieron, en varias épocas y de diversos pontífices, la aprobación canónica, según las exigencias de la nueva forma de vida en común.
En 1295, Bonifacio VIII permitía a los hermanos de la Penitencia de Alemania llevar vida en común y edificar casas y oratorios donde poder celebrar los oficios divinos.
La supresión de las comunidades de beguinas del norte de Europa por el Concilio de Vienne hizo que muchas de ellas se orientaran hacia la Tercera Orden franciscana para sobrevivir.
Una bula dudosa de Juan XXII del 18 de noviembre de 1324 defendía a algunos terciarios de la región umbra italiana y recomendaba su forma de vida.
Una bula de Bonifacio IX de 1401 autorizaba a los hermanos y hermanas terciarios de la diócesis de Utrecht para celebrar capítulo general, tener estatutos propios y hacer voto solemne de continencia.
En agosto de 1411, Juan XXIII concedía a los hermanos y hermanas de Flandes la misma autonomía y aprobaba sus estatutos.
Esta congregación llegó a contar con 70 conventos de uno y otro sexo y unos 3000 miembros. Se dedicaban principalmente a la labor hospitalaria y vestían de gris.
TERCERA ORDEN REGULAR FEMNENINA
Desde el siglo XIII han existido las comunidades de terciarias dedicadas a obras de caridad y de apostolado, sin comprometerse nunca con votos solemnes ni a vivir en clausura.
Entre ellas hay que mencionar a las Hospitalarias o Hermanas grises y a las Elisabetinas del centro-norte de Europa, así como a las Ursulinas o Compañía de Santa Úrsula, fundada por Santa Ángela Mérici (+ 1540).
La institución más dinámica, que anticipaba el espíritu y misión de las modernas congregaciones franciscanas femeninas, fue la de la beata Angelina de Marsciano (+ 1435), con autoridad de ministra general recibida de Bonifacio IX y de Martin V.
Cada uno de sus 16 monasterios podía elegir su propia ministra, que era la encargada de recibir novicias y admitir a la profesión.
La general era elegida por las ministras locales y su tarea era visitar las comunidades y admitir a hermanas de otras congregaciones similares. Se ocupaban fundamentalmente de la instrucción de la juventud femenina. Las italianas se pusieron bajo la jurisdicción de los frailes observantes, conservando su propia organización.
El continuo viajar de la ministra general para las visitas fue lo que provocó que Pío II suprimiera dicho cargo en 1461, mientras los observantes imponían a todas las religiosas la clausura religiosa.
La gran floración de institutos franciscanos de todo tipo se produjo, sin embargo, en el siglo XIX, coincidiendo con el descenso numérico e institucional de las ramas de la primera orden, por obra, en muchos casos, de religiosos exclaustrados.
Las nuevas fundaciones salían al paso de las necesidades creadas por el proletariado, fruto del capitalismo liberal y la industrialización. Los objetivos eran bien concretos: asistencia a niños, enfermos, ancianos, marginados, emigrantes, instrucción escolar y profesional, atención a la juventud desviada y a las prostitutas.
Las nuevas congregaciones franciscanas emitían votos simples, temporales o perpetuos, para evitar la norma tridentina que obligaba a la clausura a las de votos solemnes.
Sólo en 1905 tales congregaciones fueron reconocidas como religiosas por la Iglesia, a condición que se agregaran a una de las ramas de la primera orden o de la tercera orden regular. Actualmente existen centenares de Congregaciones franciscanas regulares. Los frailes menores (antiguos observantes y reformados) dirigen 7 congregaciones y tienen agregadas 11 masculinas y 270 femeninas; los conventuales tienen agregadas 4 masculinas y 33 femeninas; los capuchinos 9 masculinas y 89 femeninas; los terciarios regulares, 2 masculinas y 3 femeninas.
PARA SABER MÁS
HERMANAS DE BELÉN
HISTORIA
La Familia monástica de Belén, de la Asunción de la Virgen y de san Bruno se funda el 1 de Noviembre de 1950 en la plaza de san Pedro de Roma cuando el papa Pío XII proclama el dogma de la Asunción de la Virgen, según el cual María ha sido elevada de la tierra al cielo en cuerpo y alma.
Algunos peregrinos franceses oyen entonces la llamada a darlo todo para que nazcan nuevas comunidades en la Iglesia. Su vocación será la de comulgar con la vida de la Madre de Dios presente en el corazón de la Trinidad, en una vida de adoración del Padre en Espíritu y en Verdad. Así, en 1951, en un pequeño pueblo francés, una comunidad de mujeres consagradas comienza a vivir en silencio este “Proyecto de la Virgen”.
En la fiesta de san Bruno, el 6 de Octubre de 1976, los primeros hermanos reciben el hábito monástico en la capilla de Nuestra Señora de Casalibus, en el macizo de la Cartuja, al Este de Francia. Se establecen en el monasterio de Currière- en Chartreuse donde llevan la misma vida que las monjas, formando una comunidad aparte.
El primer oratorio es acondicionado en un pobre establo que evoca la gruta en la que el Hijo de Dios se hace niño pequeño. Allí, siguiendo a María, las monjas adoran a Jesús presente en la Eucaristía. Por eso la comunidad naciente recibe el nombre de BELÉN.
La comunidad recibe también el nombre de la ASUNCIÓN DE LA VIRGEN que recuerda a monjes y monjas que la Virgen glorificada es el modelo y arquetipo de su vocación. Su responsabilidad en la Iglesia es la de anticipar desde esta tierra la vida de la Virgen María que permanece en la Santísima Trinidad.
Para llevar a cabo esta vocación, los monjes y monjas reciben la sabiduría de vida de SAN BRUNO, que ha retomado en el siglo XI la tradición de las “lauras” de los desiertos orientales del siglo IV.
La Familia monástica de Belén ha sido erigida de derecho pontificio el 6 de Octubre de 1998 por un decreto aprobado por Su Santidad el Papa Juan Pablo II.
ETAPAS DE LA VIDA MONÁSTICA
La primera etapa en la Familia monástica de Belén es la “ESCUELA DE VIDA”. Es un tiempo en el que se aprende a conocer a la Persona y la vida de Jesús escrutando el Evangelio línea a línea. Por Él, con Él y en Él, la Persona del Padre se desvela poco a poco así como la del Espíritu Santo. La Virgen María aparece como la perfecta discípula de Jesús: durante treinta años se ha dejado formar por su Hijo que vivía ante sus ojos, que permanecía en presencia de Padre.
La ESCUELA DE VIDA consiste también en una primera experiencia de vida en la comunidad monástica.
La celebración de la toma de hábito marca la entrada en la vida monástica. Esta etapa del POSTULANTADO es un tiempo de discernimiento y de formación espiritual y doctrinal durante el cual el joven monje o la joven monja se convierte en una piedra viva de la comunidad, responsable de la incesante y secreta liturgia del corazón. Se le da la ayuda espiritual necesaria para su crecimiento.
Le sigue el tiempo de NOVICIADO que prepara a la PRIMERA PROFESIÓN. El novicio o la novicia aprende a dejarse configurar por el triple esplendor de la gracia de Cristo obediente, casto y pobre. El conjunto de la formación que se le ofrece a través de las catequesis, lecturas, estudios y del acompañamiento espiritual, dispone su corazón al trabajo secreto del Espíritu Santo.
La PRIMERA PROFESIÓN es celebrada durante una liturgia eucarística para manifestar que la Iglesia responde de este acto, en el que el monje o la monja se compromete ante Dios y la comunidad durante cinco años por medio de los votos de castidad, pobreza, conversión, obediencia, estabilidad y continuo crecimiento en el amor. La familia y los amigos son invitados a participar en la alegría de esta consagración.
Algunos años más tarde, es celebrada en soledad la PROFESIÓN PERPETUA, en la que el monje o la monja se compromete definitivamente, de manera irrevocable, “hasta la muerte”, a vivir los votos ya pronunciados. Un ciclo de estudios bíblicos, filosóficos, patrísticos y teológicos completa la formación monástica recibida desde los primeros años de presencia en el monasterio.
Después de su profesión perpetua, los monjes que reciben esta llamada, discernida por el prior de Belén en nombre de la Iglesia, son ordenados presbíteros para un sacerdocio en soledad.
LA VIDA DE CADA DÍA
Desde el Ángelus de la tarde (19h45′) hasta el Oficio de Maitines (6h45′): este tiempo de la noche y de la aurora es de vela reservada exclusivamente a la presencia de Dios.
Las horas de sueño y de oración solitaria pueden variar según las posibilidades y la libertad en el Espíritu Santo de cada monje o monja. La mayor parte se acuestan pronto para levantarse muy pronto, rezar y nutrirse de la Palabra de Dios durante largas horas.
El trabajo se efectúa en las ermitas o talleres solitarios del monasterio — o en la hospedería para quienes tienen este cargo.
Cada monje, cada monja, recibe una celda de soledad para rezar, meditar, estudiar la Palabra de Dios, trabajar, tomar sus comidas y su tiempo de reposo. Siguiendo a los antiguos Padres del desierto, saben que quien tiene a Dios por compañero nunca está menos solo que cuando está solo.
LA VIDA LITÚRGICA
Toda la vida monástica es liturgia, pero ésta jalona la jornada en siete momentos particularmente intensos: cinco son vividos en la soledad de la ermita y dos, juntos, en la iglesia del monasterio.
Cuando se levanta, en el silencio y la soledad de la ermita, mientras es todavía de noche, el monje o la monja celebra EL OFICIO DE LA ESPERA para montar guardia velando a la espera del Esposo que viene en medio de la noche. Es un tiempo de intercesión por todos los hombres víctimas de la duda, del sufrimiento, del error, del pecado y de la incredulidad.
Los monjes se reúnen en la iglesia del monasterio para el OFICIO DE MAITINES seguido del de LAUDES para cantar a la Aurora verdadera, el “Orientale Lumen”, Cristo, Oriente de los orientes. Por Él, la iglesia es iluminada con la luz sin ocaso. Éste es el principal Oficio del día. Comporta una larga salmodia, lecturas bíblicas y patrísticas. Los cánticos del Antiguo y del nuevo Testamento, prolongados por los troparios del Canon de odas, son, como los salmos, la respuesta de la Esposa al Esposo.
A las 9h, en la soledad de la celda, el monje o la monja celebra el OFICIO DE TERCIA que conmemora el culmen del misterio pascual plenamente realizado por la efusión del Fuego del Espíritu Santo.
A medio día es la hora de SEXTA. El monje o la monja contempla a Cristo clavado en la Cruz, en la soledad de la celda.
A las 15h es la hora de NONA. El monje o la monja conmemora en el oratorio de la celda, o en el de el taller de trabajo, la muerte de Amor de Jesús en la Cruz.
En VÍSPERAS la comunidad se reúne en la iglesia del monasterio y alaba a Dios por la creación. Acoge con gozo el surgimiento de Cristo resucitado, “Luz gozosa de la santa gloria del Padre”, en las profundidades de la noche del hombre pecador. Se proclama el evangelio del día.
El oficio de COMPLETAS, siempre celebrado en la celda, es el último acto litúrgico de la jornada. Antes de acostarse, el monje o la monja entrega su espíritu en manos del Padre, invocando a Cristo para que guarde su corazón durante las vigilias nocturnas.
La EUCARISTÍA es al mismo tiempo el culmen de la jornada y de la vida fraterna. Es la ofrenda cotidiana al Padre del sacrificio de Jesús por toda la humanidad. Se celebra por lo general a continuación de Maitines o de Vísperas.
Los diferentes Oficios se inspiran de la liturgia oriental mientras que la Eucaristía es de rito occidental. Estas celebraciones tienen el color de los tiempos litúrgicos, las fiestas y los santos celebrados en esos días.
PARA SABER MÁS
IESU COMMUNIO
HISTORIA
La actual comunidad de Iesu Communio tiene su origen en la comunidad de clarisas de Lerma.
En esta comunidad entró en 1984 a los 18 años María José Berzosa (desde entonces sor Verónica) y profesaría 6 años más tarde. La joven comenzaría a atraer vocaciones al convento, y acabaría por formar una comunidad aparte con un carisma diferenciado.
Como el convento de Lerma se quedó pequeño ante la gran cantidad de postulantes, logró que los franciscanos le cedieran el monasterio de La Aguilera, contiguo al santuario y a la tumba de San Pedro Regalado. Debido a que otra comunidad seguía residiendo en Lerma, solicitaron autorización a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada para poder ser una única Comunidad en dos sedes diferentes, una sola abadesa y una única casa de formación.
En 2010 se aprobaron las constituciones del nuevo instituto ad experimentum por cinco años.
La madre Verónica María Berzosa fue reconocida como fundadora y confirmada como Superiora general del nuevo instituto. El nuncio Renzo Fratini y el cardenal Rouco Varela acompañaron al arzobispo de Burgos en la celebración eucarística que tuvo lugar el 12 de febrero de 2011 en la Catedral de Burgos cuando las 186 religiosas se adhieren formalmente al nuevo instituto.
El monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor de Lerma fue abandonado por la comunidad en 2015 y en 2017 se abrió una nueva comunidad en Godella (Valencia), donde se trasladaron 50 hermanas. Esta nueva fundación se encuentra en un monasterio que había sido ocupado previamente por religiosas salesas.
CARISMA
Iesu Communio es un instituto religioso femenino de derecho pontificio aprobado por la Sede Apostólica el 8 de diciembre de 2010.
El instituto religioso se dedica “a la evangelización de los jóvenes” y a la vida contemplativa.
Las hermanas se sienten llamadas a ser existencia y presencia orante que lleva en sus entrañas el “tengo sed” del Esposo. Se sienten llamadas a vivir en la comunión de Jesús, a ser templo donde se custodia la presencia del Dios vivo, donde se celebra la fiesta de la salvación, donde se desea y se hace desear la santidad como plenitud del hombre; casa con entrañas de Eucaristía, donde se vive del misterio del Pan partido y de la Sangre derramada por la vida del mundo, para que ninguno se pierda, que todos conozcan el don de Dios (De las Constituciones de Iesu Communio).
IDENTIDAD
La sed del hombre resuena en el grito de Cristo en la Cruz: “Tengo sed” (Jn 19, 28). La sed del hombre sólo se calma, sólo encuentra alivio y descanso en Jesús, ¡sólo en Jesús!, el Mendigo sediento que sale al encuentro de la mujer samaritana: “Si conocieras el don de Dios…” (Jn 4, 10). Cristo no viene jamás a arrebatar, sino que desea ardientemente agraciar a la criatura con el don de Dios, colmar a su criatura con una vida en plenitud mediante el don del Espíritu que nos introduce en la comunión del amor trinitario. Cristo es el que está sediento por colmar nuestra sed; Cristo tiene sed de que del seno del sediento lleguen a brotar ríos de agua viva, fecundidad desbordante.
Quien ha conocido la sed de Cristo sobre su vida queda herido por su sed y abrasado por el deseo de que todos conozcan el don de Dios, está dispuesto a que su vida se haga por entero don y entrega que calme la sed de sus hermanos; lejos de ofrecer vinagre ante el grito del Crucificado, anhela ardientemente que se cumpla el deseo que Jesús expresó al Padre antes de su Pasión: “Padre, que todos sean uno en nosotros para que el mundo crea que Tú me has enviado” (Jn 17, 21). La comunión configura nuestra existencia y se convierte en testimonio y misión.
Urgidas por la sed de Cristo mismo, que no quiere que ninguno se pierda sino que todos tengan vida abundante, las hermanas quieren ofrecer lo que de la Iglesia han recibido y aprendido. Quieren ser testigos de que nada han perdido, de que, por el contrario, su vida se ha visto enriquecida en todo. Quieren ser presencia del don recibido.
Su comunión quiere ser templo donde, en adoración, se custodie la presencia del Dios vivo, se ame al Esposo con todo el ser, y arda día y noche la oración continuada que acoja y abrace el lamento, el dolor, la esperanza del mundo, y se vele por cada uno de los hijos que se nos confían.
Su comunión quiere ser hogar con entrañas de Eucaristía donde se celebren los Sacramentos, donde se invite al abrazo del perdón sanador y al banquete de la Eucaristía, alimento para avanzar sin temor en el camino de la santidad; su comunión quiere ser casa encendida donde se espere siempre al hijo que vuelve malherido, decepcionado, arrepentido, desorientado o abierto también al don; posada donde el Buen Samaritano siga otorgando descanso, aliento y fortaleza para emprender, continuar o retomar el camino de la fe.
Su comunión quiere ser casa siempre abierta donde se comparta la fe en Jesucristo desde la personal experiencia de rescate y sanación, donde se comparta la Palabra proclamada y encarnada para ayudar a superar la oscuridad que a veces obstaculiza el peregrinar.
Su comunión quiere ser testimonio de que, a pesar de las fragilidades y caídas, el Espíritu es capaz de unir, por encima de las diferencias, a los dispares y dispersos para que sean un solo corazón y una sola alma porque el Espíritu recrea a cada uno de manera única e irrepetible, y al mismo tiempo le inserta armoniosamente en una comunión donde el tú y el yo no se entienden sin ser nosotros, destruyendo así la amarga soledad y el doloroso vacío del corazón.
Su comunión quiere ser seno donde se testimonie la dimensión materna de la Iglesia, donde los hijos de Dios envueltos en caridad y en esperanza sean alumbrados y se sientan invitados a descubrir la grandeza y la belleza de la vida humana llamada a ser presencia del Amor de Cristo aquí y ahora.
Su comunión quiere vivir unida al canto de María que proclama la grandeza y la fidelidad de Dios, así como la alegría de la criatura cuando se deja recrear por su Señor.
ACTIVIDADES
Las hermanas de Iesu Communio se dedican en especial a la oración, especialmente en la adoración al Santísimo.
También organizan vigilias y encuentros, especialmente con jóvenes.
Sus fuentes de ingresos vienen de la elaboración de dulces, tarjetas de Navidad, así como donaciones y la venta de CD.
HÁBITO
El hábito de la orden consiste en una túnica de tela vaquera, con un cíngulo blanco en la cintura, sandalias y, en épocas frías, un poncho de lana azul marino.
PARA SABER MÁS
JERÓNIMAS ORDEN DE SAN JERÓNIMO
HISTORIA
La Orden de San Jerónimo recibió la aprobación de Gregorio XI en 1373 con la bula Salvatoris humani generis.
En ese momento, en Toledo un grupo de mujeres de santa vida, entre las que destacan doña María García y doña Mayor Gómez, empiezan ejercitándose en obras de humildad y caridad y, por fin, se retiran a una casa de su propiedad para consagrar sus vida a Dios en oración y penitencia.
En 1374 fray Pedro Fernández Pecha funda el Monasterio de Santa María de La Sisla en las proximidades de la ciudad. Él las atiende, las orienta y les va perfilando su modo de vida en todo semejante a la recién fundada Orden de San Jerónimo.
Se funda entonces el Monasterio de San Pablo de Beatas de San Jerónimo. La Orden asume el monasterio en 1464 y en 1510 el Capítulo General lo incorpora jurídicamente a la Orden.
Llegaron a fundarse veinte monasterios; sin embargo, la Desamortización de Mendizábal de 1835 asestó un duro golpe a las monjas Jerónimas que quedaron sin el apoyo de los Jerónimos que habían sido disueltos.
Al no haber tampoco dependencia jurídica entre los monasterios, las Jerónimas fueron manteniéndose a duras penas hasta que la Providencia guió hasta la Orden a la Madre Cristina de la Cruz de Arteaga y Falguera (1902-1984), artífice del renacer de la Orden en su rama femenina. Ella dirigió la Federación Jerónima de Santa Paula, a raíz de la Sponsa Christi de Pío XII, y con su especial carisma llevó a la Orden a un nuevo florecimiento de vocaciones y de fidelidad a la tradición jerónima.
CARISMA
Las Jerónimas son monjas contemplativas que asumen en sus vidas el misterio salvador de Cristo, y se consagran totalmente a Él. Con su ausencia aparente en el mundo, testifican ante éste que Dios vive, que su realidad invisible basta para llenar una existencia humana, en la que se condensa el fin esencial de la creación: alabar, glorificar y dar gracias a Dios.
ORACIÓN
La oración, el trato íntimo y perseverante del alma con Dios, constituye la respiración de la monja Jerónima que busca a Dios en la soledad y ora con Jesús en la intimidad del claustro del alma.
Las monjas rezan el Oficio Divino completo y tienen sus horas preceptivas de oración personal.
Siguiendo el ejemplo de San Jerónimo y Santa Paula de Roma, sus hijas aman la Sagrada Escritura que celosamente estudian y traducen en palabras y obras.
Así, en el horario monástico de cada día hay un lugar holgado para la lectura lenta, desinteresada, penetrada de oración, dedicada exclusivamente a la búsqueda de Dios, al diálogo con Dios, a estudiar el corazón de Dios: la lectio divina.
SILENCIO
Las Jerónimas cuidan el silencio, madre de las virtudes monásticas, que crea el desierto bienhechor y fecundo para el coloquio con Dios. Las Jerónimas observan el silencio a lo largo del día, exceptuando los tiempos de alegre recreación comunitaria.
Característica de su tradición es la guarda de la celda. En la celda se cultiva el silencio, la lectura de libros santos y con ellos la meditación y la oración, la mortificación y la paciencia, en suma, que se abre puerta al trato y a la unión con Dios, fin para el que han sido llamadas a la vida contemplativa.
ACOGIDA
Forma característica de caridad con el prójimo es la buena acogida y hospitalidad que dispensan las Jerónimas. Y es que sus Santos Padres Jerónimo y Paula edificaron la primera hospedería en Tierra Santa, “no fuera que viniendo a Belén María y José se encontraran sin posada”.
COMUNIDAD
Los monasterios de Jerónimas son autónomos y se encuentran federados. Cada comunidad monástica es particular y dado que la vocación implica vivir esta forma de vida en una comunidad concreta, única e irrepetible, la interesada debe buscar aquella que mejor comulgue con sus ideales. Compartiendo el mismo carisma, las comunidades de Jerónimas son diferentes. Por ejemplo en la cuestión del hábito (algunas visten el hábito tradicional y otras uno reformado), en la liturgia, en la guarda de la clausura, en el trabajo…
Actualmente existen en España 17 monasterios de Jerónimas y uno en la India.
PARA SABER MÁS
http://divinavocacion.blogspot.com/2012/01/308-monjas-jeronimas-orden-de-san.html
MERCEDARIAS CONTEMPLATIVAS
HISTORIA
En 1265 nace la rama femenina Mercedaria con Sta. María de Cervellón y varias compañeras más que, tras duro forcejeo por pertenecer a esta Familia de Sta. María de la Merced y ser rechazadas por los frailes, por considerar ellos que la redención de cautivos no era obra para mujeres, al fin fueron admitidas con esta cláusula que señala Tirso de Molina en su Historia general de la Orden: “lo que por su sexo y condición no pudieren realizar en la redención de cautivos, ocupadas ellas en lo contemplativo, lo suplieran con la oración, penitencia y ejercicios religiosos”.
Y comienza la andadura mercedaria femenina entre oración y atención a los cautivos libertos, toda una obra de misericordia liberadora, espiritual y humana, que a través de los tiempos ha ido adaptándose a las distintas situaciones eclesiásticas y sociales.
Se pierde un poco la historia de la continuidad histórica de las mercedarias en el s. XIV y vuelve a aparecer en forma de “beaterios” o casas religiosas donde vivían piadosas mujeres en forma comunitaria según el espíritu de la Orden, sostenidas espiritualmente por los Padres Mercedarios.
En el siglo XV aparecen numerosos beaterios en Vizcaya, al calor de los Mercedarios de Burceña (Baracaldo). Algunos fueron desapareciendo y otros fueron fusionándose para una mayor vitalidad en el espíritu. En estos beaterios se vivía vida contemplativa con una relativa clausura, ya que salían a la parroquia para los cultos sagrados.
Fruto de estas fusiones nació el Monasterio de S. José de Bilbao, a la orilla de la ría Nervión, que el 19 de marzo de 1621, asumiendo las directrices del Concilio de Trento, añadió a sus Votos religiosos el de Clausura Papal perpetua. Este hecho revistió una gran solemnidad, pues tuvo lugar en la presencia de la Jerarquía diocesana y de la Orden, así como de las autoridades civiles locales.
Así vivieron estas mercedarias en vida contemplativa de clausura, sin ningún género de apostolado, hasta el año 1922, en que, por indicación del Padre General, el P. Inocencio López Santamaría, abrió un pequeño colegio, al igual que los demás monasterios mercedarios de España, como forma concreta del 4º Voto de la Orden, para liberar a la niñez y juventud de los errores derivados de la ignorancia.
En 1950, el Papa Pío XII, con la Constitución Apostólica “Sponsa Christi”, abre la posibilidad canónica de Clausura y Enseñanza, y en el año 1955 se acogen a esta modalidad formando la Federación de Monjas Mercedarias de España.
Las monjas estudian, sacan títulos académicos, los colegios aumentan rápidamente en alumnado, y llega otra puesta al día con el Concilio Vaticano II.
Al presentar en Roma las Constituciones renovadas y el género de vida, el cardenal D. Eduardo Pironio, Prefecto de la Sagrada Congregación de Religiosos, aconsejó que, dado el volumen de apostolado que se realizaba y que hacía muy difícil compaginar contemplación y apostolado, optaran libre y personalmente por un género u otro. Es por esto que, tras una opción personal determinada en oración y diálogos comunitarios, se determina formar en la comunidad de Bilbao (Lañomendi), dos grupos que, intentando ser fieles a Dios y al carisma de la Orden, dieron origen fraternalmente a las “Religiosas de la Orden de la Merced” (rama apostólica) y a las Monjas Mercedarias de Vida Contemplativa.
Nacidas del mismo regazo materno de Sta. María de la Merced y con el mismo fuego redentor de Nolasco, intentan actualizar su misión en la Iglesia, de redimir cautivos cuya Fe está en peligro, desde dos puntos complementarios.
Actualmente la Merced contemplativa en España (aparte las Mercedarias Descalzas), ha quedado reducida a 13 monjas en Lañomendi (Bilbao). Esta decisión fue aprobada por Roma y alentada por el Padre General de la Orden: P. Domenico Acquaro, que dijo que hubiera sido una pérdida irreparable para la Orden el haberse perdido la rama contemplativa.
CARISMA
Para vivir su carisma, la Mercedaria Contemplativa:
– Profundiza su vivencia teologal en la Fe, Esperanza y Caridad.
– Se alimenta y fortalece con los Sacramentos, especialmente con la Eucaristía y Penitencia.
– Avanza en el conocimiento y amor a Jesucristo con la lectura asidua de la Sagrada Escritura.
– Fomenta el amor e imitación de Sta. María Virgen, la Madre, procurando hacer del monasterio un centro de irradiación mariana, y contemplando los misterios de Jesús y de los hombres desde su mirada de Madre y su Corazón, que “guarda y medita todas sus palabras”.
– Contempla la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús a través del Vía Crucis, del camino de la cruz de todos los hombres, especialmente de los que sufren o aquellos cuya fe está en peligro, y del propio camino de la cruz de cada día.
– Eleva continuamente a la presencia del Señor el gemido de los cautivos y esclavos de hoy, ofreciéndose al Padre en rescate redentor con la generosidad y espíritu del
UN DÍA EN EL MONASTERIO
El reparto del tiempo durante un día en el Monasterio es aproximadamente de la siguiente forma:
– Oración: cinco horas y media.
– Trabajo y estudio: seis horas y media de trabajo y estudio.
– Descanso: ocho horas.
– Comidas, recreaciones y tiempo libre: cuatro horas.
El reparto de estas actividades depende de las circunstancias del monasterio.
Los domingos y fiestas tienen más tiempo libre por la mañana y de convivencia comunitaria por la tarde.
Todas las hermanas pasan por la cocina, una cada semana; pero en las fiestas siempre se ofrecen ayudantes voluntarias.
En verano, que se reduce a mes y medio, se dedica más tiempo al trabajo y menos a la formación ya que como trabajan en repostería y es el tiempo en que el pueblo está lleno de veraneantes, hay que aprovechar para que durante todo el año tengan el “pan nuestro de cada día”.
PARA SABER MÁS
MERCEDARIAS DESCALZAS
HISTORIA
Las Mercedarias Descalzas son una Orden de vida contemplativa que tuvo su origen en el siglo de oro de las Reformas de las comunidades religiosas en España.
En la Orden de la Merced, fundada por San Pedro Nolasco (1180-1245), destacó la figura del Venerable Fray Juan Bautista del Santísimo Sacramento, reformador y fundador de la Descalced Mercedaria.
Fray Juan Bautista vivía una vida entregada por entero a la oración y al ejercicio de las virtudes, lo que fructificaba en su apostolado redentor entre las almas. Sin embargo, veía la decadencia de su Orden y anhelaba una reforma al modo de la que habían llevado a cabo Franciscanos, Carmelitas, Trinitarios y Agustinos: “Son muchos los Religiosos de la Merced que, bajo el pretexto de encontrar mayor perfección en el sendero de la virtud, cambian su hábito por el de otras Órdenes ya reformadas. ¿No podrían remediarse estas mudanzas si, al fin, se llevase a cabo una auténtica Reforma dentro de la Orden de la Merced?”.
El deseo de Fray Juan Bautista era ver su Orden restituida a la estrechez de su principio y perfección en que la impuso su glorioso Fundador San Pedro Nolasco. El 8 de mayo de 1603, en la capilla de Nuestra Señora de los Remedios de Madrid, tomaban el nuevo hábito reformado seis Mercedarios, sembrando así el inicio de la que será una nueva Orden en la Iglesia. Fray Juan Bautista fallecía el 5 de octubre de 1616.
De la mano de la Descalced Mercedaria de los frailes, numerosas mujeres habían solicitado vivir este mismo espíritu de vida centrada en Dios, con mayor pobreza y penitencia, destacando entre ellas la Beata Mariana de Jesús (1565-1624).
Estas mujeres eran llamadas “beatas”, vestían el hábito reformado y profesaban votos privados, viviendo en sus propias casas.
Siguiendo las directrices del Santo Concilio Tridentino se constituyeron en comunidad religiosa de clausura. El primero de sus monasterios fue el de Lora del Río, fundado el 8 de junio de 1617.
A éste le siguieron diversas fundaciones que llegaron a extenderse por los territorios americanos del Imperio Español y por Italia.
Las fuerzas anticlericales suprimieron varios de los monasterios durante el s. XIX, quedando en la actualidad cinco monasterios en España y uno en la India, fundado en 1997.
CARISMA
Las monjas Mercedarias Descalzas se rigen por la Regla de San Agustín y por Constituciones propias que recogen el espíritu de la Reforma centrado en la vida sencilla toda para Dios, orientada a la finalidad redentora de la liberación de la esclavitud del pecado al que tantos hombres se encuentran sometidos. Siguiendo la norma de Santa Teresa, el número máximo de monjas por monasterio es de 21.
Urgidas por el grito de Cristo en la Cruz: “Tengo sed”; y su ardiente plegaria de que todos sean uno, se consagran a Dios en una vida contemplativa y fraterna para que el Espíritu las recree a imagen y semejanza de la humanidad de Cristo y las convierta en presencia orante, eclesial, que testimonie el gozo de la vida en Cristo, como el don incomparable mediante el cual Dios quiere enriquecer y colmar de bien a las criaturas. Llamadas por Dios, a ejemplo de Santa María, las Mercedarias Descalzas están constantemente postradas a los pies de Jesús escuchando su Palabra, al tiempo que interceden por las necesidades ajenas y las hacen propias.
Para vivir su carisma, las Mercedarias Descalzas:
Emiten votos solemnes de castidad, pobreza, obediencia y clausura, asociándose de este modo al compromiso Redentor de la Orden en favor de los hermanos cautivos y esclavos.
La clausura es un modo particular de estar con el Señor, de entrega amorosa al único Absoluto y a lo único necesario. En el reducido espacio de la clausura, el silencio no es ausencia de palabras como si nada tuvieran que comunicar; es un silencio orante que acoge la Palabra, que busca la verdad más profunda de sí misma y se da feliz a los demás para compartir con amor entrañable lo mejor de sí́.
Impulsan la Obra Redentora de la Orden:
– Mediante una vida fraterna y claustral, de oración, trabajo y alegre sacrificio. La fraternidad es el ámbito privilegiado en el que viven el seguimiento de Jesús, y en donde descubren que el camino del Evangelio, vivido en radical desprendimiento, se convierte gratuita y misteriosamente en vida compartida.
– Celebrando diaria y gozosamente la Santa Eucaristía y el Oficio Divino, unidas de esta forma a Cristo Redentor, participando de su alabanza a la Trinidad Santa. La oración es el corazón de sus vidas, su respiración, su ritmo, su oficio en la Iglesia. Cada día su oración hace memoria y celebra la acción de Dios en favor de los hombres.
– Practicando abnegadamente la caridad en soledad y silencio, acogen en su corazón los gritos dolorosos de sus hermanos por cualquier injusta situación en que se encuentren.
– Imitando a Santa María, la Madre de Jesús, inspiradora de la gran obra de caridad llevada a cabo por la Orden a través de los siglos. María se propone como modelo para todo cuanto es esencial en el ser y actuar de la Orden: la oración y la contemplación, la fraternidad y el servicio en medio del pueblo. María adquirió la capacidad contemplativa porque se convirtió en morada de la Trinidad. Ella envuelve y transfigura su existencia conforme a las cualidades del Amor: pureza de corazón y adhesión total a Dios.
El trabajo manual después de la oración ocupa un lugar fundamental en sus vidas. El trabajo remunerado es fuente de ingresos y signo de pobreza, de ganarse el pan cotidiano con él. Cada monasterio puede estar especializado en uno o varios trabajos como lavado y planchado de ornamentos litúrgicos, confección de mantelerías, bordados, venta de productos de la huerta monástica, etc.
PARA SABER MÁS:
http://www.ordenmerced.org/index.php/es/
http://divinavocacion.blogspot.com/2011/12/294-mercedarias-descalzas.html
MÍNIMAS DE SAN FRANCISCO DE PAULA
HISTORIA
San Francisco nació en Paula el 27 de marzo de 1416. A los 13 años realizó una peregrinación con sus padres a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, a los santuarios de Asís y Loreto, y, a la vuelta, a los romitorios de Monteluco en Montecasino.
A regresar a Paula, siguiendo la llamada de Dios, se retiró a vivir en una gruta a orillas del río Isca a pocos Km. de su ciudad natal.
Hacia los 20 años se le unen otros jóvenes que desean compartir su modo de vida. El los acogió y comparten un estilo de vida de oración y penitencia.
Al aumentar el número de seguidores se fundó la primitiva Congregación eremítica, aprobada por Mons. Pirro Caracciolo, arzobispo de Cosenza y confirmada por el papa Sixto IV en 1474.
Con las aprobaciones sucesivas de las Reglas su Instituto fue contado entre los órdenes Mendicantes con el nombre de Orden de los Mínimos. El número de los conventos se multiplicó en Italia.
San Francisco de Paula a la edad de 67 años parte para Francia por encargo del Papa y deseos del rey Luis XI, quien habiendo oído de la santidad de Francisco, espera ser curado por su oración.
De este modo se vale Dios para que la Orden de los Mínimos se extienda en Francia donde vivió Francisco 24 años.
También llega la Orden de los Mínimos a España, aunque Francisco no viniera personalmente. Y es en España, concretamente en Andújar (Jaén) donde se funda el primer convento de Mínimas, dando comienzo a la Segunda Rama de la Orden de los Mínimos.
A la edad de 91 años Francisco pasó a la patria celestial el 2 de abril de 1507. Por su fama de santidad, enseguida fue introducida la causa de beatificación y en 1519 fue canonizado por el Papa León X.
CARISMA
El carisma propio de las monjas Mínimas se caracteriza por los siguientes aspectos:
– Ascesis cuaresmal para una constante conversión
con frutos dignos de penitencia en unión con Cristo crucificado,
como servicio eclesial.
– Humildad, por su identidad nominal, y silencio evangélico como medio «para que a todas se les dé mayor ocasión de la pura y asidua oración», como contemplativas dentro de la Iglesia;
– Caridad a Dios y a todos los hombres expresada en la total consagración a Dios y vivida en la unión fraterna de la comunidad, como irradiación del lema Charitas.
– Sencillez y alegría, como frutos del carisma.
PARA SABER MÁS
OASIS DE JESÚS SACERDOTE
HISTORIA
El Oasis de Jesús Sacerdote es un Instituto Religioso de Derecho Pontificio (erigido en 2007 por S.S. Benedicto XVI) fundado por el P. Pedro de la Inmaculada Muñoz en 1965 (Barcelona).
Está adscrito a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei como Instituto contemplativo de clausura papal, que celebra según la Forma Extraordinaria del Rito Romano.
El monasterio está en Argentona (Archidiócesis de Barcelona).
El Divino Maestro dijo un día a los Apóstoles que venían cansados de predicar por los pueblos de Palestina: “Venid vosotros solos aparte, a un lugar solitario y tomad un poco de reposo” (Mc 6,31). Jesús buscaba un Oasis. Y también hoy, Jesús lo busca. Desea un lugar solitario donde reposar Él y sus sacerdotes, donde haya corazones que le amen, que le den consuelo, descanso: un lugar donde haya almas que sólo vivan de amor por Él y sus sacerdotes y almas consagradas. Este lugar es el Oasis. Sí, es éste el motivo y sólo éste por el cual ha surgido el Oasis.
CARISMA
El espíritu del Oasis está basado en el de San Francisco de Sales, otorgando mayor importancia a la práctica de las virtudes interiores tales como la obediencia, el silencio, la humildad, pero sin descuidar el valor de la mortificación externa.
Su espiritualidad se expresa en su propio nombre:
O (Oratio) – Oración: Hay dos horas de oración mental por día. Además se reza el Breviario Antiguo (excluyendo Maitines), el Santo Rosario y oraciones vocales.
A (Amor) – Amor: Una total donación de sí misma en el claustro. Un amor especial hacia María. Amor por todos los sacerdotes-¡es una vida de amor!
S (Submissio) – Sumisión: Vida de obediencia perfecta, dejando totalmente la propia voluntad, practicando la humildad salesiana, la virtud que caracteriza al Oasis.
I (Immolatio) – Inmolación: Este amor conduce al sacrificio de la propia vida por el sacerdote, inmolándose día a día en el cumplimiento del deber y a escondidas de los ojos del mundo.
S (Silentium) – Silencio: El silencio es mantenido todo el día excepto en los dos períodos de recreación- después del almuerzo y después de la cena. No hay recreación por la tarde durante el Adviento y la Cuaresma.
Además de los tres votos clásicos (Pobreza, Castidad y Obediencia) las monjas del Oasis profesan un cuarto voto Vocacionista. Es decir, ofrecen sus vidas por los sacerdotes y almas consagradas, inmolándose a diario por su santificación.
PARA SABER MÁS
http://divinavocacion.blogspot.com/2007/09/10-oasis-de-jess-sacerdote.html
OBLATAS DE CRISTO SACERDOTE
HISTORIA DEL CARISMA
El 20 de julio de 1936, en plena Guerra Civil Española, una joven de 23 años que se encuentra en la iglesia de las Capuchinas haciendo oración antes de participar en la Santa Misa. Se oyen las bombas y las explosiones por bombardeo del Cuartel de la Montaña; ante el peligro inminente las religiosas buscan al capellán para confesarse pero no logran encontrarle; es en ese momento cuando la joven comprende el puesto vital del sacerdote en la Iglesia, su misión insustituible en el plan salvífico de Dios, para llegar a las almas.
Ante el altar de un templo que amenazaba con venirse abajo, esta joven, inspirada por el Espíritu Santo, ofreció su vida al Señor por los sacerdotes. Esta joven era Mª Carmen Hidalgo de Caviedes y Gómez.
En 1938, Mª Carmen, hizo Ejercicios Espirituales con el fin de discernir su vocación religiosa, esa vocación que desde muy joven Dios había puesto en su corazón, y que en los años de la guerra se fue definiendo mucho más. Estos Ejercicios se los dio a ella, y a su hermana, D. José María García, Lahiguera, Director Espiritual del Seminario Menor.
Lo que Mª Carmen sentía en su interior era: entrega por los sacerdotes y seminaristas; estrecha clausura: oración constante, rigurosa austeridad, silencio, apartamiento del mundo…. y al confiar estos sentimientos a D. José Mª, que ya barruntaba algo similar desde hacía tiempo, se produjo el nacimiento de aquella nueva obra en la Iglesia, que se llamó en un principio “La Obra Sacerdotal”. Todo aquello ocurrido aquel 25 de abril de 1938, se ratificaría al día siguiente en la Eucaristía.
Al finalizar la guerra, existía un pequeño grupo o comunidad impulsado por ese mismo ideal que Dios puso en los corazones de estas dos almas. La primera que participó de estos ideales fue la hermana menor de Mª Carmen, Lucía María.
Se reunieron en una casa en Getafe, el 24 de mayo de 1939 viviendo austeramente y pasando por muchas dificultades.
Fueron cambiando de domicilio hasta llegar a C/ General Aranaz, 22 en Madrid, que es la actual Casa Madre de la Congregación, donde está la sede del Gobierno General y Casa de Noviciado.
Poco a poco la Comunidad fue creciendo y se fundaron nuevos conventos en distintos lugares de España y más recientemente, en Perú.
Así en la actualidad son seis los monasterios de la congregación, cinco en España (Madrid, Salamanca, Huelva, Moncada (Valencia) y Toledo) y uno en Perú, en la ciudad de Moyobamaba.
CARISMA
Las oblatas viven entregadas totalmente a Dios “en la soledad y en el silencio, en la oración constante y austera penitencia”.
La oración es la constante ocupación de la oblata, ya sea con la alabanza a Dios por la liturgia, ya en el silencio de la oración mental, ya en medio de los trabajos de la vida cotidiana.
El espíritu de oblación es el distintivo de la Congregación. Por su profesión, la oblata queda unida de modo especial a Cristo Sacerdote. Su ofrenda, asociada al sacrificio redentor de Jesucristo, se va convirtiendo en realidad concreta y continuamente vivida por la progresiva configuración con Cristo pobre, virgen y obediente hasta la muerte de cruz.
Todo esto realizado en el marco sencillo y alegre de la vida común que, dentro del espíritu de soledad y silencio, da a la oblata ocasión constante de practicar sus virtudes, especialmente la humildad y la caridad, de modo que la comunidad forme un solo corazón y una sola alma fundidos en un mismo espíritu y un solo Amor, que Es Cristo.
LA VIDA DE LA OBLATA
La vida de la Oblata está totalmente consagrada a Dios; por ello todas las horas del día y de la noche están dedicadas a la alabanza divina, a la oración.
Es una vida sencilla en un clima de silencio y alegría. A veces parece que son palabras opuestas pero, en la vida de la Oblata, silencio y alegría suenan al unísono.
La oblata pasa un gran tiempo junto al Sagrario, acompañando a Jesús.
La oración mental es indispensable para el encuentro personal con el Esposo, para estar a solas con Él. Pero también hay un tiempo de oración comunitaria en el que la oblata, se dirige a Dios, se dirige a Madre y pide por toda la Iglesia. Viven la Liturgia, pues alimenta su espiritualidad. Rezan las letanías de Cristo Sacerdote, el Ángelus, el Rosario, La liturgia de las Horas.
A las 9,00 ha llegado el momento central de su día; central, porque será lo más importante. Por eso es que, al empezar el día, escucha la Palabra de Dios y recibe a Jesús en la Eucaristía. Desde ese momento, Le llevará dentro. Ahora no será ella, sino Jesús quién actúe en ella. Dócil a la voluntad de Dios dejará que Jesús viva en ella todo el día.
Cada una tiene sus funciones, la sacristía, la cocina, la costura, la huerta, el torno, los trabajos del convento….
El trabajo es parte de su oración diaria, ofrecido a Dios por la salvación de las almas, por la santidad de los sacerdotes.
Una de sus tareas es la costura: albas, vestiduras para la celebración Eucarística… La oblata cose, borda con amor.
Llega la hora de la comida, e igual que en el desayuno o la cena, la oblata se dirige al refectorio. Allí, junto a todas las hermanas le espera un plato de comida sobre una mesa de madera y un banco donde sentarse. La comida es también un tiempo dedicado a Dios y, allí escuchará alguna lectura, quizás hoy la vida de un santo. Los domingos y festivos escuchará canto gregoriano.
Cada día, la oblata, además de sus oraciones, tiene un rato de lectura y también tiempo libre. Sin embargo, todos esos momentos seguirán estando ofrecidos a Dios por ti y por mí, por los sacerdotes, por toda la Iglesia.
Por la tarde, la oblata, junto a toda la Comunidad, alzará su voz al cielo dirigiéndose a Madre, en esa oración que es el Santo Rosario.
La formación también ocupa un lugar importante en la vida de la oblata, especialmente en la etapa de noviciado y juniorado. Semanalmente la novicia y, quincenalmente la profesa, la oblata recibe formación sobre la Congregación, el Carisma de Madre MªCarmen, la oración mental… Pero esta formación no es sólo parte de estas dos etapas, la oblata estará en continua formación toda su vida: oración, Biblia, Liturgia, Teología… Lo que se aprende en una casa llega a todas.
Aparte del recreo de los jueves y domingos que la oblata comparte con toda la Comunidad, los días festivos son una auténtica fiesta en el Convento: la Comunidad se reúne en torno a Madre en un ambiente de alegría, de familia; comidas de campo, coloquios… Y es que la Oblata se alegra con Cristo y con María en cada festividad.
La oblata cada noche, después de la cena ensaya de canto gregoriano. La oración de la oblata vuela de nuevo al cielo, esta vez, en forma de canto; igual que volará cada domingo, cuando la oblata, en la solemnidad de la Santa Misa canta a Dios en gregoriano.
Así, llega el final del día. Después de un largo día de oración, trabajo, sacrificios, ofrecimientos…, la oblata reza completas y se prepara para descansar. Al final del día, dará nuevamente gracias a Dios por todo lo ocurrido, pedirá perdón por sus fallos y con ánimo de superación y agradar a Dios, formulará sus propósitos para el día siguiente.
Es hora de descansar, para mañana, comenzar un nuevo día para amar a Dios. Pero incluso durante la noche, no dejarán solo a Jesús ni un instante. Como han venido haciendo durante el día, por la noche harán turnos para acompañar y adorar a Jesús en el Sagrario.
Y mientras la oblata duerme, su sueño seguirá siendo una oración “pro eis” y por la Iglesia, que incesante se dirige al Cielo.
PARA SABER MÁS
MM PASIONISTAS RELIGIOSAS DE LA PASIÓN DE CRISTO
HISTORIA
Pablo de la Cruz, después de haber fundado la Congregación de la Pasión, con el fin de evangelizar por medio de las misiones populares y propagar el culto a la Eucaristía y a la Pasión de Cristo, y con la ayuda de María Crucificada Costantini, una monja benedictina de Corneto, fundó una rama femenina monástica, para la adoración de dichos misterios.
María Costantini nació en la localidad de Corneto, provincia de Viterbo (Italia), en el seno de una familia noble. Abrazó la vida religiosa, entrando en el monasterio benedictino de Santa Lucía en 1733. Allí profesó sus votos en 1734 bajo el nombre de sor María Cándida. Según sus biógrafos, se sintió desilusionada, a causa de la falta de austeridad del monasterio.
Siguiendo los pasos de su director espiritual, Pablo de la Cruz, fundador de la Congregación de la Pasión, María decidió colaborar con la fundación de la rama femenina del instituto. Así, se retiró de las benedictinas y, el 3 de mayo de 1771, con su nueva profesión dio inicio a las Monjas de la Congregación de la Pasión, más conocidas como monjas pasionistas. Desde entonces la religiosa fue conocida como María Crucificada de Jesús.
María Crucificada murió el 15 de noviembre de 1787. Fue proclamada venerable el 17 de noviembre de 1982, por el papa Juan Pablo II.2
Durante cien años la congregación femenina estaba constituido solo por el convento de Corneto pero en 1872 se fundó un segundo monasterio, que a la vez fue el primero fuera de Italia, en Mamers (Francia).
Con la fundación del tercer convento, en Lucca, Italia, con ayuda de Gema Galgani, de la que las pasionistas adquirieron mucha fama, se presentó un periodo de expansión de la Congregación, fundándose nuevos monasterios en Estados Unidos y Latinoamérica.
ORGANIZACIÓN
La Religiosas de la Pasión de Nuestro Señor son una congregación religiosa católica femenina monástica de derecho pontificio, formada por conventos sui iuris, fundada por los italianos Pablo de la Cruz y María Crucificada Costantini, en corneto, en 1771, como rama femenina de la Congregación de la Pasión.
A las religiosas de este instituto se les conoce como religiosas de la Pasión de Jesucristo o monjas pasionistas y posponen a sus nombres las siglas C.P.
Cada convento tiene su propia superiora. Las religiosas observan la clausura estricta, se dedican a la penitencia y a la oración contemplativa.
El hábito de las monjas está compuesto por una túnica, un velo y una capa, todos negros, con un bordado en el pecho, en blanco, que representa el escudo de la congregación.
En 2015, el instituto contaba con unas 310 monjas en 35 monasterios de Argentina, Bélgica, Brasil, Colombia, Corea del Sur, España, Estados Unidos, Filipinas, Indonesia, Italia, Japón, México, Países Bajos y Reino Unido.
ESPIRITUALIDAD
Convencidas de la necesidad de la divina gracia para que el apostolado sea fecundo, las monjas ofrecen su incesante oración y su alegre penitencia a fin de que Dios envíe operarios a su Iglesia y convierta los corazones de los pecadores.
Como respuesta al infinito amor de Dios manifestado en la Pasión de Jesús, profesan un cuarto voto de promover la memoria de la Pasión del Señor.
Algunos monasterios permiten pasar entre sus muros días de retiro espiritual, sobre todo para los jóvenes que buscan discernir su vocación en la vida.
Si lo solicita el Obispo, también imparten catequesis a la niñez
PARA SABER MÁS
http://divinavocacion.blogspot.com/2011/03/220-monjas-pasionistas.html
MM REDENTORISTAS
La Orden del Santísimo Redentor fue fundada el 13 de mayo de 1731 por la Beata María Celeste Crostarosa, con la colaboración de San Alfonso María de Liguori.
La Beata María Celeste Crostarosa nació en Nápoles, Italia el 31 de octubre de 1696. Fue bautizada con el nombre de Julia Marcela Santa y fue la décima de doce hijos. Desde pequeña sus hermanos la identificaron por ser de un carácter muy animado, vivaz, sensible y de buen intelecto.
Hacia los cinco años Julia comenzó a experimentar un inusual sentido de intimidad con Jesús, “conocimiento de su divinidad, de una manera tan dulce que concibió la idea de amar y servirlo”.
A la edad de veinte años, ella y su hermana ingresaron en el Carmelo de Marigliano, pero el monasterio fue suprimido debido a la intervención de una Duquesa, partiendo después de tan sólo cinco años de vida religiosa. Durante ese tiempo, Julia conoció a Monseñor Tomás Falcoia, quien estaba impartiendo un retiro a la comunidad. Le sugirió que era la voluntad de Dios que ella y sus hermanas -para entonces había ingresado otra de sus hermanas al monasterio-, deberían ir a un monasterio en Scala sonde él había hecho una reforma de acuerdo al espíritu y práctica de la Orden de la Visitación.
Siendo novicia en el nuevo monasterio en Scala, recibió el nombre de María Celeste. Ahí recibió la revelación de “entender los planes de Dios para un nuevo Instituto, el cual el Señor pondría en el mundo por medio de ella y que tendría como norma y regla Su propia Vida”. Bajo la dirección de Monseñor Falcoia y con el apoyo iluminador de San Alfonso María de Liguori, el convento de la Visitación fue reformado de acuerdo a la Regla que María Celeste había recibido del Señor el 25 de abril de 1725.
La Orden del Santísimo Redentor fue oficialmente fundada el 13 de mayo de 1731, en la fiesta de Pentecostés. La vocación de las hermanas es ser una “Viva Memoria del Redentor”.
En la fiesta de la Transfiguración las hermanas recibieron el hábito rojo oscuro, el color del amor, que recuerda al mundo el amor profundo e infinito de Dios a toda la humanidad.
María Celeste murió en la fiesta de la Santa Cruz el 14 de septiembre de 1755. Su cuerpo incorrupto descansa en el monasterio de Foggia, Italia.
Sor María Celeste Crostarosa fue beatificada el 18 de junio de 2016 en Foggia, Italia, estableciéndose su fiesta litúrgica el 11 de septiembre.
ESPIRITUALIDAD
La Orden tiene por finalidad la imitación de la vida y de las virtudes de Nuestro Señor Jesucristo.
Las Redentoristas son llamadas a contemplar a Dios Padre como se manifiesta en el Cristo Redentor, y a continuar en su vida la misión que Jesús recibió del Padre para la salvación del mundo.
Su vida de adoración, de alabanza, de penitencia y de petición es por sí misma apostólica.
Fuente oculta de la cual se difunde el amor del Señor, la vida contemplativa sustenta la actividad de quienes se consagran a la evangelización activa.
Al servicio de la Iglesia misionera, la vida de las monjas quiere ser una ofrenda para la salvación de todos los hombres.
ORACIÓN
La oración comunitaria y personal, la Lectio Divina y la Meditación giran en torno al centro de su vida: la celebración de la Eucaristía, corazón y fuente espiritual de todo el día.
La vida de las Redentoristas contemplativas se esconde con Cristo en Dios, lo que las une a Cristo en espíritu y corazón, y las hace vivir el misterio de la Encarnación.
El silencio, al ser un valor esencial de la vida monástica, libera el alma, y siempre trae consigo una llamada del desierto a la soledad y paz, y abre el corazón a Dios.
Es en y a través de la Eucaristía, y de la vida de oración, que son transformadas en imágenes fieles del Redentor y aprenden a ser Eucaristía viva para la Iglesia y para el mundo.
TRABAJO
Unidas a Cristo, que nació en una familia trabajadora, encuentran alegría al ser capaces de usar sus habilidades y talentos al servicio de la comunidad.
Su trabajo provee un balance indispensable en su vida como contemplativas.
Además de los quehaceres domésticos que son asignados, como cocinar, limpiar y mantener todo en orden, humildemente ofrecen sus talentos en trabajos de bordado y costura litúrgicos. Así mismo, elaboran hábitos para sus hermanos Redentoristas.
El trabajo tiene un valor redentor cuando participa en el trabajo de la creación uniendo sus labores con el de los demás, colaborando en la construcción de un mundo mejor para la gloria de Dios. Consideran que han recibido esta vida como un regalo de Dios y por medio de su trabajo sostienen ese don.
PARA SABER MÁS
SALESAS ORDEN DE LA VISITACIÓN DE SANTA MARÍA
HISTORIA
La Orden de la Visitación de Santa María (Ordo Visitationis Beatissimae Mariae Virginis, V.S.M.) es un Instituto Religioso de vida contemplativa fundado por San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca Frémyot de Chantal en 1610 en Annecy (Saboya, Francia).
La idea de crear una nueva congregación había sido expuesta por el obispo a la baronesa el 4 de junio de 1607: el 6 de junio de 1610, en la casa de la Galerie de Annecy, donde vivía Francisco de Sales, Juana de Chantal y Charlotte de Bréchard fundaron el Instituto de la Visitación de Santa María.
En 1611, tras un año de noviciado, las primeras hermanas hicieron la profesión de manos de los fundadores. Las primeras constituciones son de 1613: escritas por Francisco de Sales, no prescribe la clausura, pero recomienda el “ejercicio del amor divino” mediante la visita a los pobres y los enfermos: de ahí vendrá el nombre de “visitandines” que recibirán las hermanas. Además, promueve la devoción al Sagrado Corazón.
El arzobispo de Lyon, Denis-Simon de Marguemont, pidió a Francisco de Sales que se abriera un convento de salesas en la ciudad en 1615, las autoridades eclesiásticas, entonces, impusieron modificaciones a las constituciones, que tomarán la forma definitiva hacia el 1616.
La congregación se convierte entonces en una orden monástica de clausura, dedicado a la vida contemplativa. La regla se basaba en la Regla de San Agustín.
La orden fue aprobada por la Santa Sede el 23 de abril de 1618, el 16 de octubre fue erigida como orden religiosa por el papa Paulo V.
La Orden de la Visitación pronto tuvo una gran difusión en todo el Mundo: en 1622, a la muerte de Francisco de Sales, había 13 monasterios, en 1641, al fallecer Chantal, ya eran 87 casas.
CARISMA
Las Salesas están llamadas a vivir el Santo Evangelio siguiendo los Consejos Evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, con un espíritu de profundad humildad para con el Señor y de dulzura para con el prójimo, atentas siempre a la renuncia del “hombre viejo” para vivir de la Voluntad Divina.
“Contemplativas en la Iglesia por nuestra unión con Dios y nuestra forma de vida comunitaria, buscamos en el interior del claustro desarrollar en nosotras y entre nosotras el lazo de la caridad… Que nada nos separe del Esposo Celestial que nos ha unido, ni de esta unión que nos mantiene unidas a Él, de tal manera que no teniendo sino un solo corazón y una sola alma, sea Él mismo nuestra única alma y corazón”.
Se trata de una Orden de vida contemplativa y de clausura papal, cuyas monjas, llamadas Visitandinas o Salesas (en los países de habla hispana), tienen por fin la unión constante con Dios con un espíritu que no busca sino sólo a Él, independientemente de todo, excepto del beneplácito divino; con un espíritu de profundad humildad para con Dios y de gran dulzura para con el prójimo; con un espíritu que no pone el acento en las austeridades exteriores, siendo éstas suplidas con la renuncia interior, con gran sencillez y alegría en la vida común.
Las Hermanas tendrán por escudo un corazón atravesado por dos flechas, que son el amor de Dios y del prójimo, será el pedestal de una cruz, encerrado en una corona de espinas y tendrá grabados los nombres de Jesús y de María”.
La Orden honra a la Virgen María en su Misterio de la Visitación, participando así en la gratuidad de su respuesta, la admiración de su alabanza y en su celo por la salvación del mundo.
Una característica de la Orden, desde los tiempos fundacionales hasta hoy, es que acepta en la vida monástica a mujeres de salud débil o edad madura.
En los monasterios se ha conservado la figura de las Hermanas externas que pueden salir de la clausura para realizar diversas tareas necesarias para la comunidad.
Cada monasterio es autónomo y todos se encuentran en estrecha relación de caridad a través de las Federaciones (agrupaciones de monasterios con vistas a fomentar la comunión y ayudar en la formación, necesidades específicas, etc.).
La Orden tiene presencia en 31 países y en España cuenta con 18 monasterios.
PARA SABER MÁS
http://monjassalesas.blogspot.com/
http://monasteriosvisitacion.com/?page_id=93
SERVIDORAS DEL SEÑOR Y DE LA VIRGEN DE MATARÁ
HISTORIA
El Instituto Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, SSVM, es una comunidad religiosa de derecho diocesano, fundada por el P. Carlos Miguel Buela el 19 de marzo de 1988 en San Rafael, Argentina.
El 19 de marzo de 1988, fiesta de San José, se iniciaba la experiencia religiosa de la rama femenina del Instituto del Verbo Encarnado. Éste había comenzado cuatro años atrás, el 25 de marzo de 1984.
Con la Misa solemne presidida por Mons. León Kruk, por entonces Obispo de San Rafael, en la casa que les habían donado a las Hermanas en la calle Represa y Rawson, se dio comienzo oficial al Instituto de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará.
Mons. Andrea Maria Erba, Obispo de Velletri-Segni, donde se encuentra la sede principal de las Servidoras, erigió el Instituto como Instituto Religioso de derecho diocesano, el día 24 de marzo 2004, en las primeras Vísperas de la Solemnidad del Verbo Encarnado.
El decreto de aprobación fue leído durante la Santa Misa de acción de gracias por el 20 aniversario de la fundación del Instituto del Verbo Encarnado, en el Altar de la Cátedra de la Basílica San Pedro, Roma. La Santa Misa fue presidida por Mons. Erba y concelebrada por Mons. Tricarico y por más de 50 padres del IVE de Italia y misioneros y sacerdotes diocesanos. Participaron las Servidoras de todas las comunidades de Italia.
Este Instituto y el Instituto del Verbo Encarnado (IVE), junto con la Tercera Orden Secular forman nuestra Familia Religiosa del Verbo Encarnado.
Los dos institutos religiosos comparten el mismo carisma, tienen constituciones gemelas y ambos incluyen las ramas activa y contemplativa.
Sus miembros son religiosas que profesan votos de castidad, pobreza y obediencia, y un cuarto voto de esclavitud a María, al igual que la rama masculina del Instituto.
El P. Buela funda este Instituto con el “único anhelo de darle a Jesucristo esposas según su Corazón”, es por eso que la vocación principal de las religiosas es la de ser esposas de Cristo y madres de las almas a través de los votos de su consagración, cumpliendo de este modo con su propia feminidad.
CARISMA
El carisma es la gracia necesaria para poder llevar a cabo el fin específico que el Espíritu Santo inspiró al fundador.
El carisma propio del Instituto implica «la gracia de saber cómo obrar, en concreto, para prolongar a Cristo en las familias, en la educación, en los medios de comunicación, en los hombres de pensamiento y en toda otra legítima manifestación de la vida del hombre. Es el don de hacer que cada hombre sea “como una nueva Encarnación del Verbo”, siendo esencialmente misioneros y marianos[2].
Por lo tanto, «todos sus miembros deben trabajar, en suma docilidad al Espíritu Santo y dentro de la impronta de María, a fin de enseñorear para Jesucristo todo lo auténticamente humano, en las situaciones más difíciles y en las condiciones más adversas.»
«Por eso, la misión, recibida del fundador y sancionada por la Iglesia, es llevar a plenitud las consecuencias de la Encarnación del Verbo, que es el “compendio y raíz de todos los bienes” (S. Juan Crisóstomo), en especial al amplio mundo de la cultura, o sea a la “manifestación del hombre como persona, comunidad, pueblo y nación” (Juan Pablo II).»
EL NOMBRE
El nombre de “servidoras” es una referencia a las mujeres fieles que se encontraban al pie de la Cruz (Ls 8,1-3) usado por San Luis María Grignion de Montfort en la Verdadera Devoción.
La segunda parte del nombre “del Señor y la Virgen de Matará” se refiere a Cristo Crucificado y a su Madre Santísima que se encuentran en la Cruz de Matará usada por las hermanas, ya que Jesús en su Cruz y la Virgen María debe ser los fundamentos de nuestra espiritualidad.
EL HÁBITO
El hábito es gris y azul e incluye una túnica gris, un escapulario azul, un velo azul, para las hermanas profesas, un velo blanco, para las novicias, la Cruz de Matará y un anillo de oro para las hermanas de profesión perpetua
Estos colores representan los misterios de la Encarnación: el azul representa la Divinidad de Cristo y el gris representa la Humanidad.
UN DÍA EN EL MONASTERIO
La vida de las religiosas contemplativas se divide en oración, trabajo, estudio, lectura espiritual, Lectio Divina y vida comunitaria.
En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios.
La jornada monástica comienza con el canto del Oficio Divino y una hora de Adoración al Santísimo Sacramento, acto que culmina con la participación de la Santa Misa.
El resto del día, excepto la hora de recreación después del almuerzo y la cena, transcurre en silencio, uniendo al trabajo y al estudio la oración de cada una.
El trabajo de las monjas consiste en la confección de ornamentos litúrgicos, rosarios, pinturas y la elaboración de productos caseros. También trabajan en la huerta y el jardín del monasterio.
Por la tarde, una hora más de Adoración, unida al canto del Oficio Divino da a las actividades esa impronta de alabanza eucarística por la que debe caracterizarse toda alma consagrada.
Las hermanas cuentan además con un día al mes en el que se las puede visitar en horarios establecidos, además se puede participar con ellas en la Santa Misa diaria, en la Adoración Eucarística, en el canto de las Horas de la Liturgia y demás oraciones que marcan el ritmo de la jornada en el monasterio.
PARA SABER MÁS
https://www.servidorasdelsenor.org/es/nuestra-historia
SIERVAS DE MARÍA – SERVITAS
HISTORIA
La Orden de los Siervos de María (oficialmente en latín: Ordo Servorum Mariae), también conocida como Orden de los servitas, es una orden religiosa de vida apostólica y de derecho pontificio. A los religiosos y religiosas de este instituto se les conoce como siervos/as de María o simplemente como servitas.
La orden fue fundada en el 15 de agosto de 1233 en la ciudad de Florencia por los llamados siete santos fundadores, quienes pertenecían a una especie de cofradía dedicada a la veneración de la Virgen María.
Inicialmente eran un grupo de amigos, que decidieron optar por vivir el Evangelio, ante la situación de caos y enemistad que por esas épocas se vivía en Florencia.
Los cofrades tomaron el nombre de Siervos de María, porque el día de su fundación se celebraba la festividad de la Asunción de la Virgen.
Poco tiempo después, el 13 de marzo de 1249, recibieron la aprobación del papa Inocencio IV. Los frailes adoptaron un hábito negro y la Regla de San Agustín.
Se dice que los siete santos fundadores son un caso único en la Iglesia católica, pues son el único ejemplo de una orden religiosa fundada por siete personas y no por uno o dos fundadores. Los nombres de todos no se conocen con certeza, pero la tradición les ha llamado así: Buenhijo Monaldi, Bonayunta Manetti, Maneto dell’Antella, Amadio de los Amadei, Sosteño, Hugo, y Alejo Falconeri. El papa León XIII canonizó a los siete el 15 de enero de 1888. El más conocido de los siete fue Alejo Falconieri, quien vivió lo suficiente para ver expandida la orden.
CARISMA
Las comunidades viven su consagración a Dios y a la Iglesia por medio de la contemplación de las cosas del señor, de la oración y del silencio, viviendo del propio trabajo.
Comparten con los frailes las principales formas de vida evangélica como la fraternidad, la pobreza, la oración en común, la hospitalidad, el servicio mariano y la devoción a la Virgen de los Dolores, elementos propios del carisma de los Siervos.
CONVENTOS
En la actualidad, las Siervas de María contemplativas, tienen en España tres Monasterios: Madrid, Mislata (Valencia) y Sagunto (Valencia), que forman la Federación Monástica Española de las Siervas de María
- Madrid: Monasterio de Nuestra Señora de los Dolores
Calle Arturo Soria, 174 (28043 Madrid)
Tel. 91.413.54.77
- Mislata (Valencia): Monasterio de Nuestra Señora al Pie de la Cruz
Tel. 96.379.23.46
- Sagunto (Valencia): Convento de Al Pie de la Cruz y Santa Ana
Tel. 96.246.00.78
TRINITARIAS CONTEMPLATIVAS
HISTORIA
La Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, conocida también como Orden Trinitaria o Trinitarios, es una familia religiosa fundada por el francés Juan de Mata (1154-1213), de origen provenzal, con Regla propia, aprobada por Inocencio III el 17 de diciembre de 1198 con la bula Operante divine dispositionis; a la que se unió la praxis de Félix de Valois (cofundador de la Orden).
Fue la primera institución oficial de la Iglesia dedicada a la liberación de presos mediante medios no violentos. Es también la primera Orden religiosa no monástica y una de las principales órdenes religiosas que se extendieron por España y Europa durante la Baja Edad Media.
Desde comienzos del siglo XII se encuentran en las casas de los trinitarios las llamadas “sorores” dedicadas al culto de la Santísima Trinidad y al cuidado de los enfermos del hospital anejo al convento.
El primer convento solo para contemplativas se funda en 1236 en Avingaña (Lérida) y a finales del siglo XVI, se fundarían los primeros conventos de monjas trinitarias contemplativas calzadas.
En el siglo XVI comienzan a surgir otros monasterio por el resto de la península. El primero será el de Villoruela, en Salamanca, que recientemente ha celebrado sus 500 años de existencia. También se funda el monasterio de Alcalá la Real, Badajoz, Martos, Andújar, Burgos, San Clemente, Villena, La Roda y Medina del Campo. Diez monasterios que sin duda afianzan e impulsan el proyecto monástico trinitario. Algunos de ellos nacen impulsados por los decretos del concilio de Trento que dirige la vida religiosa a la clausura. Es a partir de este siglo cuando se afianza la clausura impuesta por los Reyes Católicos a finales del siglo anterior en todos los monasterios femeninos, con la obligación, entre otras normas, de colocar rejas en las salas donde se reciben visitas para apartar a las monjas de la gente del exterior. El nuevo concilio, el concilio de Trento, estipula que cualquier mujer con deseos de consagrar su vida lo ha de hacer como monja de clausura. Así pues, algunas casas de religiosas trinitarias se transforman en monasterios de clausura. Un ejemplo de esto es el monasterio de Burgos, que antes de estos cambios había sido una comunidad de religiosas colaborando estrechamente en el hospital que la Orden tenía en este lugar.
La orden se expandirá con fuerza por la corona de Castilla, la provincia castellana de los frailes trinitarios, que en muchas ocasiones están detrás de estas nuevas fundaciones.
El siglo XVII es para nuestra Orden un tiempo de reformas, y tanto es así que aparecen hasta tres ramas diferentes de monjas trinitarias: calzadas, descalzas y recoletas.
Propiamente dicho, las monjas calzadas no aparecen pues es la rama que viene de lo antiguo y que no es reformada y que continúa con su forma de vida. Se fundan dos monasterios más de esta rama, uno en Valladolid, 1632, y otro en Mocampo (Portugal), 1661.
San Juan Bautista de la Concepción, reformador de los frailes trinitarios, funda una nueva rama de monjas, las monjas descalzas, a pesar de los impedimentos de sus propios hermanos trinitarios. Así se funda en Madrid el monasterio que hoy día está en la calle Lope de Vega, en 1612. En este monasterio profesa como monja trinitaria, entre otras, sor Marcela Lope de Vega, hija del archiconocido poeta y dramaturgo español del siglo de oro. De este monasterio saldrá una nueva fundación en Lima, Perú, en 1681. De esta forma la orden comienza a expanderse por América. Por último la Venerable Ángela María de la Concepción funda una tercera rama de monjas trinitarias, llamadas recoletas, en el monasterio de El Toboso, en la provincia de Toledo. Tras muchos avatares, sale del monasterio de Medina del Campo y consigue poner en marcha una nueva comunidad en 1680 con el ideal reformador de los tiempos que viven.
Las tres ramas se expanden, cada una por su lado, fundando en los sucesivos siglos diferentes monasterios. En el siglo XVIII el de Campólide (Portugal), 1721, de la rama calzada y otro de la rama descalza en Concepción (Chile), 1736.
El siglo XIX vio nacer cuatro conventos recoletos: Suesa (Cantabria) en 1860, Noia (La Coruña) en 1871, Laredo (Cantabria) en 1883 y Suances (Cantabria) en 1883.
Este siglo fue difícil con las leyes desamortizadoras para muchos conventos y monasterios; algunos fueron forzados a desaparecer como son el de Medina del Campo, La Roda, Valladolid, Mocampo y Campólide.
Sin embargo en estos siglos los monasterios que subsistieron continuaron su andadura cada una con diferente hábito, mostrando con el diferente diseño de la cruz trinitaria, su pertenencia a una u otra rama.
La orden continuó su expansión con el monasterio calzado de Cálig (Castellón) en 1850 y el recoleto de Quintanar de la Orden (Toledo) en 1957.
Con los aires del Concilio Vaticano II, se pide a las órdenes que busquen la unión. La Orden se toma muy en serio esta invitación y no sin grandes esfuerzos las monjas trinitarias se fusionan en una sola rama, dando pasos importantes como son el aceptar el mismo hábito en el año 1967 y las mismas constituciones en 1972.
En el año 1981 se crea la Federación de la Santísima Trinidad, y unos años más tarde, en 1988, se realiza una nueva fundación, esta vez en Madagascar, siendo éste el primer monasterio de la Orden en África.
Las monjas trinitarias fundan dos comunidades más en Perú: en el año 2007 se funda la comunidad de Marcará, en la diócesis de Huaraz, y en el 2011 la comunidad de Ayaviri, Puno.
El 30 de septiembre del 2014 las monjas fundan la primera comunidad contemplativa en Colombia, situada en Ibagué, Bogotá.
LO TRINITARIO
Con el ambicioso nombre de Casas de la Trinidad bautizó Juan de Mata, fundador de la Orden Trinitaria a finales del s. XII, los edificios habitados por pequeños grupos de mujeres y de hombres traspasados por el sueño de anunciar el evangelio de la libertad.
El propio nombre indica el proyecto: crear hogares en los que se respire comunión, relación, igualdad y solidaridad.
En esas Casas de la Trinidad se gesta la prolongación de ese intento de vivir al estilo de Dios Padre-Hijo-Espíritu. Por eso Juan de Mata cuenta su sueño a otros y gana para ellos la libertad. En aquella época el anuncio liberador consistía, entre otras cosas, en rescatar cautivos de las cárceles musulmanas, atenderlos en los hospitales,…
La vida desde un monasterio invita a:
– Crear una comunidad de amor como alternativa a la soledad
– Ser personas de oración y reflexión como alternativa a la falta de sentido.
– Ser hospitalarias entre ellas y con quienes las visitan como alternativa al prejuicio y a la división.
– Ser partícipes de un trabajo que humanice y dignifique como alternativa al trabajo alienante e impersonal.
– Ser signo de las Bienaventuranzas– no-violencia, gozo, justicia y paz- para la sanación de nuestro mundo que sufre.
Algo que es común para todas las monjas trinitarias es esa mirada orante hacia las personas que son perseguidas por causa de su compromiso cristiano y también el deseo de vivir en comunidad siendo iconos de Dios Trinidad.
Estos dos aspectos inspiran la vida consagrada trinitaria y permiten vivir en comunión acogiendo la diferencia que hay entre un monasterio y otro a la hora de vivir la vida.
El reto hoy en día está en ser y no aparentar.
ESTILO DE VIDA
El deseo imperioso es vivir ese mismo estilo de Casa de la Trinidad, con la misma ambición que Juan de Mata.
Las monjas trinitarias intentan vivir un estilo sencillo, austero, sabiendo que lo que tienen y lo que son está a disposición de los demás.
Pretenden ir creciendo en disponibilidad para Dios y para aquellas personas que la buscan.
Como trinitarias se esfuerzan en crear buenas relaciones dentro de cada casa, aceptando y agradeciendo las diferencias que las hacen crecer y las enseñan a descubrir nuevas facetas de Dios.
Sabiendo, por experiencia propia, que Dios es sanador de las heridas, ponen su casa al servicio de las diferentes esclavitudes de hoy en día, haciéndolas lugares de paz, de oración, de encuentro con la Vida, una verdadera casa de la Trinidad, donde cualquier persona se experimente como alguien único e imprescindible en el desarrollo del universo creado por Dios.
Éste es su servicio en la lucha contra la esclavitud.
ORACIÓN
La Trinitaria considera la oración comunitaria como lo más serio de su vida.
Muchas de las horas del día las dedican a orar al considera que es en la oración donde se juegan la autenticidad de su fe y la radicalidad de su vida.
ACOGIDA MONÁSTICA
Cada verano con la hospedería es un regalo, el regalo de la acogida monástica. Alguien dijo “Dios te ofrece novedad a cada paso”, y ¡qué verdad tan grande! Podríamos parafrasear: “Dios te ofrece novedad con cada huésped”, y más aún “Dios se te ofrece en cada huésped”.
Es conmovedor observar cómo va cambiando la persona que llega al monasterio a descansar. Cómo se van apaciguando sus tics y su palabra de hace más serena, más comunicativa.
El silencio es poderoso, tiene la capacidad de reordenar y reconducir la vida de cada cual.
Es cierto que mucha gente no comprende los salmos que se cantan en su contexto histórico y que pueden sonar agresivos o incluso violentos. Sin embargo el propio ritmo de la oración, el hecho de orar en comunidad, la palabra cantada son una autovía para que la interioridad de cada uno se manifieste y reverdezca.
También hay una oportunidad para la fraternidad, para la solidaridad, la colaboración. Benditos aquellos huéspedes que saben poner este tono en la hospedería. Las horas de las comidas realizadas en silencio son una bella oportunidad para ello.